Lunes, Enero 6

El ídolo de la pelota, con el vientre más curvo y sobresaliente que cuando brillaba de corto, hoy es un artista sobre la tarima, con micrófono en mano y secuencias de pasos de baile bastante monótonas y discretas, Cueva hace alarde de la conchudez con la que amagaba rivales para soltar sin temor una voz poco educada para el canto.

La voz, como lo era su talla en el fútbol, es lo que menos le importa a Christian para brillar a ritmo de cumbia. Lentes negros, reloj excesivamente grande, cadenas que brillan como oro, un jean pitillo y un polo de color claro y bastante más grande que su talla lo perfilan como un cantante de moda. El detalle del arete que brilla y su sonrisa cachacienta de siempre completan su outfit musical.

Tras un año bastante agitado en su vida personal, donde cambió de pareja y protagonizó escándalos y denuncias, Cueva aún no resuelve su presente futbolístico. La incertidumbre sobre su continuidad en Cienciano, los rumores ociosos de que sería tentado por clubes del extranjero y la posibilidad de que apenas encuentre trabajo en un equipo menor de la Liga 1, no lo desvían de su mayor preocupación en la actualidad: la música.

Junto a la cantante Pamela Franco, quien es también su pareja sentimental, Cueva se adentró en el mundo musical con mayor fuerza que con la que entrena. Por lo menos en el último mes tiene más horas de canto que de entrenamiento físico.

En 2023, un video de Cueva cantando junto al productor Josimar Betancourt confirmó la primera advertencia. Aunque el encuentro fue meramente casual, Betancourt, conocido por trabajar con artistas de cumbia, no descartó que “Cuevita” pudiera explorar una carrera en la música. “Tiene carisma y un talento natural. Si lo trabajara, podría sorprender”, dijo el productor en una entrevista.

Ya el reciente 2024, con su nueva pareja y con el fútbol pasando a un segundo plano en su vida, Aladino comenzó a hacer apariciones espontáneas en los conciertos de Pamela, hasta convertirse -seguramente por temas de marketing- en el ‘Cervecero Mayor’.

Fue así que, aliado con una productora y una radio local especializada en cumbia, se anunció la mayor fiesta de año nuevo en la tradicional Plaza de Acho, donde el plato fuerte era el estreno oficial como cantante de cumbia de Christian Cueva junto a Pamela Franco.

Hasta que llegó el día. En las primeras horas del 1 de enero del 2025, Christian Cueva salió al escenario junto a Pamela Franco para deleitar a los asistentes con un repertorio menor pero efusivo. Sonriente, se movía al ritmo de su ya clásico “Cervecero” acompañado de frases sueltas y arengas para que el público, reunido en la Plaza de Acho, se mantenga atento al escenario.

Desde pequeño, en su natal Trujillo, Christian Cueva creció rodeado de la cultura musical del norte del Perú. La cumbia, un género profundamente arraigado en la región, fue parte de su infancia y sus reuniones familiares. “Siempre me gustó la música, pero el fútbol fue mi primer amor”, ha confesado en entrevistas anteriores. Muchos años después, su sueño se hacía realidad.

Sin importar lo poco amaestrada que está su voz, Cueva vivía un sueño que por años el fútbol había frustrado. Con un agente de seguridad camuflado detrás, grabando todo movimiento del atacante con un celular, mientras las bailarinas repetían pasos alucinantes y bien practicados a los lados del escenario.

La relación entre el fútbol y la música no es nueva en el Perú. En fiestas, concentraciones y celebraciones, las canciones de cumbia y salsa son el telón de fondo de muchas vivencias de los jugadores. Cueva, como exponente de esta cultura, encarna perfectamente esa dualidad entre el deporte y el arte popular. Sigue siendo un artista. Solo cambió de escenario.

Pasan los minutos y Christian va asumiendo una pose de mayor confianza en el escenario. Cuando no canta, los coros lo ayudan o cuando pierde el hilo su pareja interviene y lo salva. Le cuesta todavía ser un cantante, su voz se pierde, pero es entonces que salta un recurso: el morbo que genera su nueva relación luego de un escándalo amoroso con su anterior esposa. Es entonces que las declaraciones de amor y las dedicatorias toman el control y son parte de su repertorio.

No hay mucho tiempo para celebrar. La agenda tiene algunos otras presentaciones en cola. Una última del repertorio para luego la despedida, los aplausos, los brindis y las cervezas que navegan en un mar de emociones. ¿Y el fútbol? Puede esperar.

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