Lunes, Mayo 20

Cuchita Salazar iba a una excesiva velocidad, eso dijeron los testigos que a las ocho de la noche, aproximadamente, en una avenida Arequipa algo congestionada vieron cómo el auto de la estrella de la televisión peruana atropellaba violentamente a una pareja de esposos, vecinos suyos.

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El accidente sucedió a la altura de la cuadra 28 de la avenida Arequipa, en el distrito de San Isidro. La parte delantera del automóvil de la chica de 20 años (menor de edad en aquellos años) quedó destrozada. Entonces, la unidad fue remolcada al depósito de la Dirección General de Tráfico (DGT) para las investigaciones del caso.

Cucha Salazar era una artista en pleno ascenso. Vivía al ciento por ciento y esa misma velocidad con la que vivía le jugó una mala pasada al llevarla a perder el control de su auto frente a dos personas que vivían justamente al frente del lugar del accidente.

CUCHITA SALAZAR: ¿QUIÉNES ERAN LAS VÍCTIMAS DE LA IMPRUDENCIA AUTOMOVILÍSTICA?

El bólido de la figura de la TV se enfilaba hacia el baipás, ubicado entre las avenidas Arequipa con Javier Prado, apenas pasando el cine-teatro Orrantia, aquel inaugurado ocho años antes, en julio de 1955. No obstante, en su veloz recorrido aparecieron dos transeúntes: Enrique Pando Pomar, de 59 años, y su esposa Felícita Noel Alvarado, de 57 años.

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Las víctimas eran parientes del general César Pando Egúsquiza, por esos años un asiduo nacionalista y defensor del petróleo peruano. Se especuló en esos momentos que tal parentesco podía provocar una presión especial para los funcionarios del Poder Judicial que debían impartir justicia en este caso.

Pero había que observar simplemente los hechos, que fueron corroborados por los testigos presenciales. Ellos señalaron como culpable a la carismática modelo. Y es que la pareja sencillamente había tratado de cruzar la “segunda pista” de la avenida Arequipa, es decir, la que provenía de “Miraflores a Lima”, declararon los testigos.

Lima, 3 de marzo de 1963. Cuchita Salazar debió hacer frente a un proceso largo y tedioso que duró casi dos años. (Foto-titular: GEC Archivo Histórico)

La pareja Pando-Noel vivía en la acera de enfrente de la avenida y habían cruzado innumerables veces esa parte de la avenida Arequipa, la cual con los años había empezado no solo a estar congestionada sino también a ser recorrida a demasiada velocidad por los conductores que solo pensaban en entrar cuanto antes al baipás de Javier Prado con Arequipa.

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Las víctimas vivían en la casa Nº 2895 de la avenida Arequipa, en la parte donde ya estaban las conocidas palmeras. A pocos metros de abrir su puerta y descansar en su hogar, una luz potente los encegueció. Esa luz provenía de un “pequeño y moderno” auto de placa Nº 51460, propiedad de Cuchita Salazar.

En el volante, y sola en el auto, estaba la actriz y modelo de Canal 13 (hoy Panamericana Televisión). Según la Policía de la Comisaría de San Isidro, la velocidad debió haber sido de unos 80 kilómetros por hora, ya que de no ser así no se hubiera hundido la capota del auto, “por el peso de los cuerpos”, señalaron. (EC, 02/03/1963).

Los agentes investigadores afirmaron que el choque fue letal y frontal, al punto que “las lunas parabrisas se destrozaron totalmente”. Los testigos fueron más descriptivos aun: ellos vieron volar por los aires a la pareja de esposos Pando-Noel, y luego vieron cómo cayeron pesadamente “a un lado de la pista”.

Cuchita Salazar no intentó huir ni se quedó con los brazos cruzados. En medio de su explicable nerviosismo y desesperación, la modelo de la TV bajó del auto, todavía aturdida, y pidió auxilio. Pero nadie acudió a su llamado, y solo cuando se acercó un patrullero recién se aproximaron algunos curiosos. En ese patrullero sanisidrino fueron trasladados ambos “heridos graves” a la “Clínica Santa Mónica”.

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Sin embargo, la mujer, Felícita Noel murió durante el traslado, y los médicos de la clínica solo constataron el penoso hecho. El esposo, Enrique Pando resistió algunas horas más, pese a las múltiples fracturas y a las hemorragias internas, lo cual hizo imposible operarlo, más allá de su hemofilia. Él dejó de existir en la clínica a la medianoche.

Al mismo tiempo que los atropellados eran llevados a la clínica, Cuchita Salazar no pudo más y colapsó emocionalmente. Solo quería ir a donde estaban los “heridos”, decía. Ella temía que murieran. Hasta que una señora pareció reconocerla y la tranquilizó. Luego, casi obligándola, como dijeron los testigos, la condujo a la casa vecina de ex ministro de Justicia José Merino Reyna, donde no dejó de estar nerviosa y angustiada. (EC, 02/03/1963).

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De allí, con la ayuda del comisario de San Isidro, el Mayor GC Leopoldo Soto Navarro, la artista del espectáculo fue conducida en un patrullero a la Clínica Anglo Americana, “donde tuvieron que aplicarle una inyección sedante que la sumió en sopor”. Cuchita Salazar permaneció en dicha clínica, pero no como una paciente sino como detenida. Allí mismo le realizaron el “dosaje etílico de ley”.

Al día siguiente, el sábado 2 de marzo de 1963, ya repuesta Cuchita fue conducida a la Comisaría de San Isidro, donde su abogado George Clarck se encontraba para hacer las gestiones necesarias y lograr que pueda ir a su casa y esperar allí las solicitudes de la Policía o las autoridades judiciales. Sin embargo, la Policía le informó al abogado que en estos casos lo que procedía era que “el piloto quede detenido y sea puesto de inmediato ante el juez”. (EC, 03/03/1963).

Los familiares de las víctimas buscaron infructuosamente que les dieran explicaciones. Pero ni los vecinos ni los agentes policiales querían confirmarles nada, ni siquiera la muerte de la señora Felícita Noel de Pando. Lo que vendría sería un proceso largo y tedioso de casi dos años hasta que se definieron los hechos, las circunstancias y la sentencia correspondiente.

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Cuchita Salazar se defendió como pudo. Buscó la comprensión de los fiscales, de los jueces y de los propios medios de prensa que la acosaron como nunca se había hecho hasta ese momento con una figura del mundo del espectáculo en el Perú.

CUCHITA SALAZAR: UN PROCESO DOLOROSO QUE DABA SUS PRIMEROS PASOS

Ese sábado 2 de marzo había amanecido con la noticia de que la “Fuerza Armada designa al Gral. Lindley en reemplazo del General Pérez Godoy”. Eran los prolegómenos de un proceso político-militar que terminaría afortunadamente con elecciones democráticas en junio de ese año, y que llevarían al poder al arquitecto Fernando Belaunde Terry. Pero para Cuchita Salazar nada de eso importaba. Su vida había cambiado fatalmente esa noche del 1 de marzo y al día siguiente no esperaba nada bueno, todo lo contrario: el horizonte le era más gris que nunca.

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Entonces debió dar su manifestación a la Policía. Ya se sentía algo más tranquila. Cuchita, la chica de la tele, vivía su peor momento. Estaba detenida, debía de admitirlo, aunque fuese en la tranquila clínica donde se hallaba. La custodiaba un agente de la Guardia Civil, que no se despegaba de la puerta tras la cual se hallaba la joven. Allí dio su declaración de los hechos a los investigadores encargados de la Policía de San Isidro, el comisario Leopoldo Soto Navarro y el jefe de Tránsito, el Teniente GC Walter Córdova Oviedo.

Los policías habían comprobado que el auto conducido por Angélica Salazar Repetto iba a excesiva velocidad, lo dedujeron claramente al ver la pista rasguñada de la cuadra 28 de la avenida Arequipa, producto sin duda de una “frenada violenta”. También determinaron que la señora Felícita Noel de Pando fue levantada en vilo hasta estrellarse contra el parabrisas del auto, mientras Enrique Pando fue expulsado varios metros más allá del punto de choque.

Con esos cargos, Cuchita Salazar quedó en calidad de detenida. Ella trató de explicar en su manifestación policial en qué situación se encontraba. “Debía presentarme a un programa de televisión, iba apurada, pero no iba a más de 40 km. por hora”, aseguró. La joven de la TV también argumentó que la pareja de adultos había empezado a cruzar la pista de forma intempestiva, pues el atropello fue a menos de un metro de la vereda. “Sentí un fuerte impacto y luego perdí la noción de lo ocurrido”, confesó.

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Estos descargos firmados por Cuchita Salazar ante el Mayor GC Soto y el Teniente GC Córdova fueron a parar hacia el mediodía de ese 2 de marzo de 1963 a manos del Juez Instructor de Turno, Moisés Vidal Domínguez. A este reporte policial se agregaría el lunes 4 de marzo los resultados del dosaje etílico, que luego se comprobaría que salió negativo.

En tanto, por la tarde de ese mismo sábado, la familia Pando organizó el velorio en la misma “finca” Nº 2895″, en la avenida Arequipa, y luego el doble cortejo fúnebre partiría de allí para el sepelio en el cementerio El Ángel. Fue una escena muy penosa y sentida por los vecinos de los Pando-Noel.

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CUCHITA SALAZAR: EL ESCÁNDALO MEDIÁTICO NO LA PERDONÓ

Con las primeras evidencias de las investigaciones policiales y los testimonios, al Juez Instructor, Benjamín Castañeda Pilopais del Sexto Juzgado de Instrucción, tras tomarle la instructiva de ley a la joven, no le quedó otra que decretar su “detención definitiva”. Cuchita Salazar aún permanecía en la Clínica Anglo Americana. Ella había causado la muerte de dos personas. Eso era algo tan grave que no podía pasarse por alto.

Pese a ello o ante ello, su abogado en ese momento, George Clarck, presentó un recurso en el que solicitaba la “libertad bajo caución”. Se amparaba, ciertamente, en que se trataba del caso de un delito por negligencia. El trámite se hizo ante un agente fiscal que dictaminaría al respecto y en función de su decisión señalaría también el monto de dicha caución. Cuchita Salazar pudo obtener la “libertad condicional”, debido a la aprobación de dicha caución, la cual fue de 10 mil soles. (EC, 06/03/1963)

Semanas después, la modelo y actriz retomó sus actividades profesionales en la TV. Sin embargo, la instrucción siguió su curso. Así, el martes 16 de julio de 1963, Cuchita debió volver a su pesadilla. El juez Castañeda Pilopais señaló esa fecha para la reconstrucción de los hechos in situ. Otra vez debió volver a la cuadra 28 de la avenida Arequipa, en San Isidro.

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Eran las 7 y 30 de la noche de ese 16 de julio, cuando el juez Castañeda, del Sexto Juzgado de Instrucción, empezó la reconstrucción del accidente fatal. Ese momento era crucial para el caso y para determinar las causas, circunstancias y responsabilidades de la inculpada.

El proceso continuó en medio de demoras, retrocesos y trámites que no tenían cuando acabar durante todo ese año 1963. El juez ordenó una serie de peritajes de orden técnico tanto al auto y a las pistas como a la propia procesada, Angélica Salazar Repetto.

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Por otro lado, los testigos empezaron a contradecirse y a crear más zozobra e incertidumbre que los medios de prensa resaltaron, entorpeciendo o contaminando grandemente el proceso penal. Así pasó todo 1963 e incluso los primeros meses de 1964.

Uno de esos peritajes especiales ordenados por el juez Castañeda fue aquel realizado a la procesada Cuchita Salazar, quien debió pasar por una serie de pruebas oftalmológicas que debían determinar si tenía miopía o no. Tener ese defecto visual y haber conducido sin lentes, era una agravante en el caso.

Las primeras pruebas determinaron que Cuchita Salazar no tenía miopía (dificultades para ver de lejos). No obstante ello, el juez Castañeda no quedó del todo convencido. De esta forma, citó para el 13 de agosto de 1964 a la modelo a su juzgado “para hacerle una prueba y comprobar si efectivamente no padece de miopía”. (EC, 14/08/1964)

Por un conjunto de procedimientos de este tipo y otros más, el juicio oral tardó en ejecutarse y el proceso en sí se prolongaría meses y meses. Así se llegó a finales de 1964.

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CUCHITA SALAZAR Y EL PROCESO INTERMINABLE

El lunes 28 de diciembre de 1964, cuando todo el Perú se preparaba para recibir el nuevo año 1965, Angélica ‘Cuchita’ Salazar, ya en pleno juicio oral, debió llegar a Palacio de Justicia, en medio de apretujones, elogios e insultos, de todo tipo; además de las preguntas acusatorias de los reporteros que la cercaron sin piedad.

Y es que esa Cuchita Salazar era, mal le pesara, muy popular y su caso, por más que hubiera pasado más de un año y medio, aun convocaba a los medios, al cotorreo público y, claro está, a la maledicencia popular.

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Según El Comercio, ese mañana de fines de diciembre de 1964, había unas mil personas en la entrada de Palacio de Justicia, ubicado frente a lo que aún quedaba del “Panóptico de Lima”, la antigua cárcel limeña. Todos querían entrar a la sala del Cuarto Tribunal Correccional, que presidía el juez Francisco Rojas Espinoza. Un recinto que solo podía admitir a unas 200 personas.

Pero la procesada Angélica Salazar Repetto llegó prácticamente solo para comunicar al presidente del Cuarto Tribunal, que su abogado defensor de entonces, Víctor Modesto Villavicencio, había sufrido un infarto hacía pocas horas, y que había sido llevado de emergencia al Hospital del Empleado, del Seguro Social, donde fue internado.

Ante ello, el juez Rojas Espinoza suspendió la audiencia, en verdad, una de las muchas audiencias que había pasado ya Cuchita Salazar. Desde marzo de 1963 a esa fecha, ella se había convertido en toda una experta en audiencias judiciales. Y siempre su paso hacia el Palacio de Justicia venía aparejado de bullicio y concurrencia masiva de gente, entre admiradores (los más) y detractores (los menos).

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Si la llegada a Palacio de Justicia fue una odisea para la joven, la salida fue aun peor. Cruzar ese “mar de gente” le costó moretones y demás magulladuras a la modelo y actriz de TV. Desde una hora antes, la masa de gente la esperaba a las afueras del Cuarto Tribunal. Pero finalmente aquello era lo de menos, porque había un peligro adicional, y motivo para más demoras: de acuerdo a ley, “si su abogado estaba ausente por más de tres días, tiene que volverse a reiniciar un nuevo juicio oral”. (EC, 29/12/1964).

Y así ocurrió, efectivamente. El miércoles 30 de diciembre de 1963, el Cuarto Tribunal Correccional que la juzgaba “anuló todo lo actuado de la audiencia pública del proceso que se le sigue a la modelo Angélica ‘Cucha’ Salazar, por el delito contra la vida por negligencia en agravio de los esposos Enrique Pando y Felícita Noel de Pando”. (EC, 31/12/1964)

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Se conoció extraoficialmente que el nuevo juicio oral del caso debía empezar el 6 de enero de 1965. La razón, como se sabe, fue la ausencia inevitable del abogado defensor, Víctor Modesto Villavicencio, y por lo tanto se produjo la “quiebra del juicio oral”. Ese mismo día, Cuchita Salazar nombró a su nuevo abogado, el doctor Marco Antonio García Arrese. Para sorpresa de todos, este nuevo juicio oral fue rapidísimo.

La popular modelo de TV y teatro comercial asistió nuevamente a Palacio de Justicia por enésima vez justamente ese 30 de diciembre de 1964, por la tarde. Del Cuarto Tribunal pasó a la oficina de la Policía Judicial. Allí Cuchita Salazar debía ser interrogada nuevamente “por los Vocales sobre el accidente producido el 1 de marzo de 1963″. (EC, 31/12/1964)

CUCHITA SALAZAR: LA SENTENCIA FINAL

Hasta que por fin llegó el día. Casi dos años después del violento accidente, el lunes 11 de enero de 1965, el Cuarto Tribunal Correccional fue benevolente con Angélica Salazar Repetto. La pena fue de seis de prisión condicionalmás el pago de 40 mil soles por concepto de la reparación civil”. Asimismo, el tribunal la inhabilitó por 18 meses para manejar “cualquier clase de vehículo”. (EC, 12/01/1965)

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¿Por qué el tribunal no fue más drástico con Cuchita Salazar? En primer lugar, el tribunal señaló su condición de menor de edad en el momento del accidente (20 años), por eso la condena fue condicional. Reiteraron que su pena había sido por negligencia e imprudencia, pues había llevado su auto a más de 50 km. por hora, en un momento de intenso tráfico. Si bien la libertad no se la quitaron, sí le impusieron “reglas de conducta”: no debía tomar alcohol ni cambiar de domicilio, y tampoco salir de Lima sin previo aviso al juez.

Al final de la lectura resolutiva y cuando la audiencia había llegado a su fin, Cuchita Salazar lloró en silencio. Su abogado fue el único que pudo acercarse a ella para consolarla. Con él se retiró a la oficina de la Policía Judicial, en el cuarto piso del Palacio de Justicia. Allí la joven modelo dio declaraciones a la prensa.

Aún llorosa, dijo a los reporteros que no esperaba esa sentencia. “Yo he dicho la verdad ante el Tribunal”, enfatizó. Por eso tenía confianza en una pena justa, razonable, apegada a las circunstancias, expresó. Cuchita señaló, además, que si bien no podía pagar ahora esa reparación civil, buscaría cómo hacerlo en los seis meses de plazo que tenía, los mismos que su sentencia. (EC, 12/01/1965)

El colofón de la historia fue que, unas semanas después, el viernes 5 de febrero de 1965, el mismo Tribunal Correccional, decidió entregar los 10 mil soles que Cuchita Salzar había pagado por caución para su libertad condicional, “a los herederos legales de los esposos Pando Noel”, indicó El Comercio.

Eso no fue todo: el mismo tribunal de justicia rebajó el pago de la reparación civil de 40 mil soles -con la que fue sentenciada el 11 de enero de ese año- a 30 mil soles, para pagarlos en el mismo plazo de seis meses. (EC, 06/02/1965)

De esta forma, terminó la historia más oscura que vivió Cuchita Salazar en el Perú. La reconocida figura de la televisión peruana de los años 60 y 70, siguió una gran carrera en el mundo televisivo y publicitario. Después se retiró a disfrutar de una tranquila vida familiar, lejos del país, que se prolongó hasta el 15 de julio de 2023, cuando falleció a los 81 años de edad.

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