Trump no ha precisado cuáles son sus objetivos reales frente a Venezuela, pero ha descrito a Maduro como un criminal y enemigo de Estados Unidos. Ha dicho que es cabecilla del Cártel de los Soles, organización desginada desde el lunes como terrorista por el departamento de Estado.
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El fin de semana, la agencia Reuters reveló que Estados Unidos lanzará en los próximos días una nueva fase de sus operaciones relacionadas con Venezuela.
Cuatro funcionarios estadounidenses hablaron con esa agencia bajo condición de anonimato y afirmaron que las acciones encubiertas serían la etapa inicial de esta estrategia, concebida como un escalón previo a medidas más visibles de presión militar y política.
Además, entre las opciones que evalúa la administración Trump está la posibilidad de intentar derrocar a Maduro. Esta posibilidad, según las fuentes, todavía se discute en el gabinete de Seguridad Nacional.

“El presidente Trump está dispuesto a utilizar todos los recursos del poder estadounidense para impedir que las drogas sigan llegando a nuestro país y llevar a los responsables ante la justicia”, indicó uno de los altos funcionarios consultados por Reuters.
Lo dicho por las fuentes coincide con la autorización de Trump a la CIA, la semana pasada, para ejecutar operaciones encubiertas en territorio venezolano. Según reportes de la prensa estadounidenses, el plan contempla desde infiltración, sabotaje y ciberataques hasta campañas psicológicas.
La estrategia de Trump
Para el periodista analista internacional Carlos Novoa, el escenario que se perfila no implica necesariamente una operación militar directa de Estados Unidos, sino un aumento calibrado de la presión retórica y táctica, en línea con el estilo político de Trump. Según explica, el despliegue naval estadounidense en el Caribe apunta más a marcar una posición de fuerza que a anticipar una acción inmediata.
“Es un movimiento táctico que hace Washington a nivel militar. Esto de los portaaviones en el Caribe es algo impresionante y nunca antes visto. Pero ya se conoce cuál es la estrategia del gobierno de Trump, cómo él maximiza su discurso y después cede para conversar. Lo ha hecho con Vladimir Putin, lo acaba de hacer con el alcalde electo de Nueva York [Zohran Mamdani]. Y en el caso de Venezuela, al comienzo de su gobierno hubo un acercamiento, no con Maduro, sino con gente ligada a él que permitió la liberación de unos presos estadounidenses en Venezuela. De tal manera que yo pienso que es un aumento de la retórica”, asegura.
Novoa sostiene que el intento de derrocar a Maduro, que es mencionado por los funcionarios estadounidenses consultados por Reuters, no debe ser interpretado como una intervención militar directa, como ha sucedido en el pasado en Latinoamérica.
“Si existe esa intención [de derrocar a Maduro], no sería de manera directa como ocurrió con Manuel Antonio Noriega en Panamá en 1990, o en la invasión a Granada [en 1983]”, manifiesta. En su opinión, cualquier estrategia de desestabilización tendría que operar desde adentro, aunque subraya que la capacidad de acción de los sectores anti-Maduro dentro del país es hoy “muy limitada”.
Según un análisis del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), entre agosto y octubre el número de buques estadounidenses desplegados en el Caribe pasó de dos o tres a unas diez unidades —incluidos destructores, barcos anfibios y un submarino nuclear—, y con la llegada del portaaviones Gerald R. Ford, el más grande de la Armada, el movimiento naval se duplicó respecto de la flota inicial.

El CSIS añade que el número total de tropas de Estados Unidos proyectado podría alcanzar las decenas de miles, convirtiendo la operación en la mayor presencia militar estadounidense en la región en décadas. Hasta ahora, la Armada ha llevado a cabo 21 ataques contra presuntas embarcaciones de narcotráfico en el Caribe y el Pacífico, que dejaron al menos 83 personas muertas.
El Cártel de los Soles
La clasificación del Cártel de los Soles como terrorista abre la puerta a nuevas herramientas legales y operativas para actuar contra objetivos vinculados al régimen venezolano.
La semana pasada, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, afirmó que la nueva designación “ofrece un gran número de nuevas opciones” a Estados Unidos.
Por su parte, Trump señaló que esta medida permitiría a las fuerzas estadounidenses atacar ciertos activos e infraestructura asociados a Maduro dentro de Venezuela.
Respecto a esta designación, Carlos Novoa considera que sus efectos serían sobre todo simbólicos y operativos, más que estratégicos. “Sería un cambio básicamente en nomenclatura, un aumento de la presión como para justificar alguna incursión en un país vecino, pero no creo que sea un elemento clave como para pensar en una invasión directa”, afirma.














