
Por más caminos que recorrió y ciudades que cruzó, hubo algo que siempre acompañó a José Val: la música. Todo comenzó en el colegio, con una guitarra entre las manos y la voz al viento. Más adelante, su canto encontró un espacio en “Nubeluz”, ese universo mágico que marcó a toda una generación. Fue ahí donde entendió que el escenario no era solo un lugar, sino una forma de vida y un gran motivo para ser feliz.
Después vinieron otros desafíos. Se fue a Estados Unidos con los bolsillos llenos de canciones y esperanzas. Actuó en novelas, estudió administración, vendió flores en las calles y trabajó en mudanzas para sobrevivir. Pero jamás, ni en los días más duros, soltó la música. Grabó, compuso, giró con bandas, cantó en todos los bares que pudo y construyó una carrera donde el arte y el esfuerzo convivieron sin conflicto.
Hoy, más de una década después, el artista peruano radicado en Miami, vuelve a grabar en Perú un videoclip de la canción de su autoría, “Esta suerte”. Esta vez con una amiga y aliada musical: Jessyca Sarango, a quien conoció en los años 90, cuando ella cantaba en Barranco y él apenas empezaba. Se reencontraron en Miami, compartieron escenarios y ahora, después de años, se juntan otra vez, esta vez para crear.
El clip, grabado por primera vez en formato cine, marca un hito en su carrera. Tiene a Álvaro Luque en la dirección y en la producción ejecutiva al realizador Alfredo Jiménez. “Se escucha increíble”, dice emocionado. Para él, no es solo un video, es un acto de volver a casa, de decir “aquí sigo, aquí estoy”.

“No grababa un videoclip en Perú desde el 2014. El último que realicé en ese entonces fue con Jimena Díaz, y antes de ese, había hecho otro junto a Marco Zunino. Durante la pandemia, también lancé una canción en colaboración con Rossana Fernández Maldonado”, rememora Val.

Fiel a sus principios
Pese a que fue parte del fenómeno “Nubeluz”, José optó por no participar en el show de despedida, que se realizó en julio del 2024 en el Estadio San Marcos.
“Ya habíamos tenido dos reencuentros; este era el tercero y sentía que necesitábamos algo más que solo volver a vernos. Me parecía que, sin un contenido más profundo, todo se perdería con el tiempo… y creo que así fue. Era nuestra última oportunidad de hacer algo distinto juntos. Yo hubiese apostado por un documental, algo que acompañara el reencuentro y le diera más sentido. Pero como solo se trataba de un concierto, de subirme al escenario y ya, sentía que faltaba un impulso real”, sostiene.

“Era volver a ponerme las botas para bailar con mis amigos, y creo que ya estoy en otra etapa. Tengo dos hijas pequeñas, de dos y cuatro años, y desaparecer por dos o tres semanas solo para una presentación no me parecía razonable. La verdad, no me convencieron. Sentía que, simplemente, faltaba contenido”, enfatiza.

Porque aunque ha trabajado como luminotécnico en eventos de estrellas como Roxette y Jon Secada, aunque fue galán de novelas y es empresario en bienes raíces, su verdadera biografía está escrita en acordes. Y hoy quiere usar esa historia para inspirar a otros. En agosto lanzará un concurso online de canto para nuevos talentos peruanos. Sin covers. Solo canciones propias.
Esta etapa, dice, es “gratificante”. Es volver a sus raíces, compartir con su gente y renovar el pacto con su vocación. “Porque cuando uno nace con la música adentro, puede cambiar de ciudad, de oficio, de rumbo… pero nunca de destino”, subraya.