
Un grupo de alumnos provenientes de Nepal, Israel, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Ucrania, y por supuesto del Perú, se reunieron la mañana del viernes con el expresidente Francisco Sagasti en una sala de la Escuela de Gobierno Kennedy en Harvard. Lo que conversaron los jóvenes y el otrora mandatario peruano durante aquel desayuno queda en absoluta reserva, pero representó el inicio oficial del Peru Conference at Harvard 2025, el primer foro organizado en la prestigiosa universidad de Massachusetts que tiene al Perú -y los retos que este enfrenta- como tema central.
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Representó, además, la materialización de lo que hace menos de medio año era apenas un sueño para la veintena de estudiantes peruanos que se encargaron de la organización.
“Sagasti fue el primero que apostó por nosotros”, comenta Isabel Jurado, presidenta de la Asociación de Estudiantes Peruanos en la Universidad de Harvard (HAPS, por sus siglas en inglés).
“Su presencia ayudó a que otros conferencistas se unan y también nos llevó a vender todas las entradas, incluso cuando no teníamos todos los paneles confirmados”, agrega por su parte Valeria Churango, copresidenta del Peruvian Caucus.
Ambos grupos fueron los encargados de organizar el evento en su totalidad: definir los paneles, invitar a los expertos, convocar a los medios de comunicación, coordinar la logística en torno a cada presentación, difundirlo por redes sociales y hasta de conseguir productos peruanos para cada coffee brake. Todo esto, por supuesto, mientras siguen asistiendo a clases, cumpliendo con sus tareas y preparando sus tesis, pues muchas de las organizadoras se graduarán en poco más de un mes.
El expresidente recibió el mensaje de las organizadoras en octubre en su correo personal y casi de inmediato respondió. “La invitación de jóvenes estudiantes peruanos en el extranjero, sobre todo en una universidad como Harvard, siempre es bienvenida. Como he mencionado en muchas oportunidades, lo que me interesa es transmitir una serie de ideas, puntos de vista, planteamiento y experiencias, así que lo acepté con mucho gusto”, señaló a El Comercio en uno de los pasillos de la universidad.
Horas más tarde, el exmandatario subiría al escenario para, junto al prestigioso politólogo y catedrático Steve Levitsky, reflexionar sobre los principales retos que enfrenta el Perú.
En la conversación que sostuvieron en el emblemático John F. Kennedy Jr. Fórum, Sagasti resaltó la importancia en restaurar la confianza en la institucionalidad, asegurando que no solo se trata de un problema que enfrentamos en nuestro país sino a nivel global. “Esta situación abre el camino para que líderes autocráticos que pueden prometer el cielo en la tierra se convenzan a ellos mismos con sus propias promesas falsas”, remarcó el exmandatario.
Levitsky, además, lamentó que diversos talentos peruanos einvolucrarse en el sector público debido a la inestabilidad y demás defectos que en él existen. Al respecto, el expresidente motivó a los jóvenes a involucrarse en el ejercicio político advirtiendo que los actuales representantes en el poder intentarán evitarlo.
“Ya tenía el placer de conocer a los miembros del HAPS y verlas crecer ha sido muy interesante, me hace sentir muy orgullosa. Harvard es una cuna de conocimiento, hay muchos ojos sobre lo que sucede aquí, que se nos brinde el espacio para tener estas conversaciones más difíciles que propiciarán a encontrar entradas para un mejor futuro es, sin duda, increíble”, considera Mariela Noles Cotito, investigadora invitada en Harvard y moderadora del segundo panel del día, centrado en los retos a enfrentar de cara a los comicios del 2026 y en el que participaron Augusto Townsend, Denisse Rodríguez-Olivari y Jaime de Althaus.
Durante su participación, Townsend definió a la democracia peruana como una “particularmente disfuncional” y, en la misma línea que Sagasti, señaló que “la política peruana funciona como un cartel, cuyos actores buscan evitar que ingresen nuevos actores”.
“Supuestamente tienen posturas distintas pero poseen intereses ocultos en común”, afirmó.
Rodríguez-Olivari, politóloga peruana e investigadora de la Escuela de Negocios Adam Smith de la Universidad de Glasgow, explicó que “el Perú se enmarca en una tendencia global” pues “no hay país en el mundo que no tenga corrupción”.
En busca de una salida aseguró que resultará fundamental el papel tanto del sector privado como de la sociedad civil, pero el primer paso será superar los problemas de confianza que los rodean. “Los actores empresariales tienen gran potencial de hacer un cambio, pero el 78% de los peruanos no creen en las empresas”, alertó.
En cuanto a los comicios en sí, para los que se prevé que se presenten unos 41 partidos políticos, De Althaus compartió su temor de que estos se definan “en una segunda vuelta protagonizada por radicales de ambos lados”.
“Se va a necesitar un gobierno fuerte luego de lustros de degradación general en el país”, agregó el analista.
La primera jornada de la Perú Conference 2025 concluyó poco más tarde con un coctel de networking para los participantes en el salón de Loeb House, donde la exministra Rosario Fernández Figueroa ofreció un discurso en el que lanzó un reto a los jóvenes presentes. “Yo los invito a que juntos construyamos un mejor Perú”, dijo ante la animada audiencia.
El evento continuará este sábado con paneles sobre crecimiento inclusivo, infraestructura social, acceso a los servicios sanitarios, transformación de la educación y talento peruano.
Denisse Rodríguez-Olivari
“Necesitamos promover un Perú no solo menos corrupto sino más íntegro”
La corrupción es el gran fantasma sobre la mayoría de los problemas nacionales, pero ¿los ciudadanos somos conscientes de hasta dónde abarca realmente el término?
Yo quisiera pensar que el ciudadano promedio entiende que es cuando algo no está bien. Si partimos de la definición contemplada por nuestro Código Penal o el de otros países puede variar ligeramente. Ese es un gran reto: cómo luchar contra un problema que, dependiendo del país, se regula de manera distinta. Pero sí creo, y hay estudios que lo confirman, que las personas en comunidades más pequeñas, más rurales o más urbanas, tienen un concepto para el mal uso de los bienes comunitarios. En África, Asia, Oceanía o América Latina se tiene algún término para definir la malversación, entonces sí existe una idea en común. Incluso hay un diccionario sobre cómo se denomina lo que nosotros conocemos como coima en Alemania, Israel, Chile, Brasil o cualquier otro país, en todos tiene un nombre.
Mencionó en su ponencia que no hay país en el mundo que no tiene corrupción; sin embargo, ¿aún así hay ejemplos de medidas efectivas o todas terminan cayendo en saco roto?
El tema de la lucha anticorrupción es que responde al momento en el que se lanza la medida y cuáles son los actores que están detrás. Hay muchas iniciativas muy valiosas como en Corea del Sur, El Salvador, Rumania o Guatemala, pero de acuerdo a quién siga en el poder pueden quedar en nada. A mí lo que me parece que pasó en la caída de Fujimori y posteriormente en el Caso Lavajato fue que hubo un momento para implementar una reforma pero esta luego fue tergiversada por el Congreso que comenzó a elegir qué incluía y qué no como si estuviese en un buffet. Por eso tenemos leyes desvirtuadas.
Recuerdo que hace unos años se destacó lo que sucedía en Suecia, donde los congresistas no tenían asesores y sus sueldos eran muy bajos. ¿Volver a la política un negocio menos rentable funcionaría en el Perú o mas bien agravaría el problema?
A mí me encantaría pensar que hay recetas de talla única para la corrupción, sería más sencillo para todos. Pero las reformas, ya sea en anticorrupción u otros aspectos de política social, deben ser contextuales. Cada país tiene sus configuraciones políticas, sociales y geográficas que crean ciertas condiciones para que ocurran ciertas cosas. En Alemania nadie va a pagar una coima a un policía, pero se ha vuelto una constante que encuentren a ministros que han plagiado su tesis doctoral. La teoría de que bajar el sueldo al servidor del público desincentivaría a que la gente entre con intención de lucrar viene del Consenso de Washington de 1990, pero en un país como el Perú si bajamos los salarios de los servidores públicos cómo podemos convocar a nuestros talentos, como los chicos que asisten a la conferencia. Van a preferir trabajar con una empresa de acá (Estados Unidos) o incluso con el Estado pero de acá. Cada cierto tiempo hay una nueva tendencia. En cuanto a Suecia, a pesar de esa reducción de sueldo, se ha descubierto que empleados del partido de extrema derecha han sido pagados para crear cuentas troll y atacar a oponentes políticos.
Entiendo entonces que es una tarea eterna y se resume a una revisión, adaptación y fiscalización constante…
Sí. Pero nuestras recomendaciones y ejercicio público o personal debe ir hacia la integridad. Pensemos en qué mecanismos de defensa, prevención y alerta para evitar que lleguemos al punto de corrupción. Necesitamos promover un Perú no solo menos corrupto sino más íntegro.