Donald Trump se reunió el martes 18 en la Casa Blanca con Mohammed Bin Salman, príncipe heredero de Arabia Saudita, quien no había pisado suelo estadounidense desde el 2018. La reunión diplomática adquirió un tinte polémico cuando el republicano fue consultado por una reportera sobre el brutal asesinato del periodista Jamal Khashoggi, hecho que el presidente de Estados Unidos minimizó y describió como “cosas que pasan”.
Khashoggi era un periodista crítico con el régimen saudí que fue asesinado en el 2018 y las investigaciones posteriores al incidente, incluyendo las de los servicios de inteligencia estadounidenses, apuntan a que Bin Salman habría estado detrás del crimen.
Newsletter Vuelta al Mundo
Durante la conferencia de prensa en el Despacho Oval, Trump respondió que el heredero al trono saudí “no sabía nada al respecto” y que estaba realizando un trabajo “fantástico”, agregando que no había razón para “avergonzar a su invitado con una pregunta de ese tipo”.
“Mencionas a alguien que fue extremadamente polémico. A mucha gente no le caía bien ese señor del que hablas; te cayera bien o mal, son cosas que pasan”, declaró Trump.
Las palabras de Trump generaron críticas, que incluyeron las de Hanan Elatr Khashoggi, antigua pareja del periodista asesinado, quien señaló que le resultaba “muy doloroso” ver lo sucedido en la visita del príncipe saudí.

Quién era Khashoggi
Jamal Ahmad Hamza Khashoggi era un periodista saudí que trabajó en diversos medios en lengua árabe como Al Watan, Arab News, Asharq al Awsat y Al-Arab News Channel, llegando a ocupar puestos editoriales en varios de ellos. Era una figura reconocible en Estados Unidos por haber sido columnista de The Washington Post y dos de sus cuatro hijos son ciudadanos de dicho país.
Khashoggi nació en Medina dentro de una familia acomodada y tenía una remota ascendencia turca por parte de su abuelo paterno, quien llegó a ser médico personal del rey Abdulaziz al Saud, fundador del país. El fallecido disidente saudí no era la única persona famosa dentro de su clan familiar, pues era sobrino del magnate y traficante de armas Adnán Khashoggi y primo hermano de Dodi Al Fayed, recordado por haber sido pareja de la princesa Diana de Gales.
Tras completar su educación básica en Arabia Saudí, el joven Khashoggi partió a Estados Unidos y se licenció en administración de empresas por la Universidad de Indiana en 1982. Al retornar a su país natal, trabajó como administrador, pero fue progresivamente adentrándose en el periodismo hasta que este terminó convirtiéndose en su ocupación principal.
Durante su juventud Jamal Khashoggi fue miembro de la organización islamista suní de los Hermanos Musulmanes, movimiento del que también formó parte el terrorista Osama Bin Laden, con quien llegaría a ser cercano más adelante.

La labor periodística de Khashoggi lo llevó por diversos países como corresponsal, siendo uno de sus trabajos más importantes su cobertura de la Guerra Afgano-Soviética, en la que entrevistó a Bin Laden en varias ocasiones, logrando entablar amistad con él. Esa relación le permitió seguir la lucha de los muyahidines en su batalla contra los soviéticos y se cree que pudo haber trabajado para la CIA a través de la inteligencia saudí en ese periodo.
Críticas al sistema saudí
Su entorno familiar y la labor internacional hacían que el reportero tuviera vínculos importantes con la familia real saudí, habiendo sido asesor del gobierno en más de una ocasión. Sin embargo, para los años 90 ya había tenido desencuentros con el gobierno de su país, pues durante el conflicto de Afganistán criticó la intervención del por entonces príncipe Salman bin Abdulaziz, actual rey y padre de Mohammed Bin Salman.
Con el paso del tiempo Khashoggi fue adoptando una postura cada vez más secular, dejando de lado las ideas de integración musulmana por las que se sintió atraído de joven. Se volvió un crítico del fundamentalismo islámico en general, lo que incluía a Bin Laden, de quien posteriormente dijo que vio una progresiva radicalización que lo sorprendió.
Desde ese periodo publicó artículos que criticaban a líderes religiosos saudíes y la injerencia de estas doctrinas en los asuntos estatales, lo que terminó llevándolo a varios despidos, renuncias y exilios voluntarios.
El creciente cuestionamiento del hombre de prensa a la religión y también al gobierno hizo que decidiera marcharse a Estados Unidos en el 2017, tras cargar contra el príncipe Bin Salman en sus columnas de The Washington Post. Según Khashoggi, el heredero al trono, quien buscaba transmitir una imagen de renovación en su país, lo tenía en el punto de mira y buscaba su detención como parte de la represión de los disidentes.
Asesinato e indignación internacional
A fines de setiembre del 2018 Jamal Khashoggi visitó el consulado saudí en Estambul porque deseaba acreditar el fin de su último matrimonio para poder casarse con una ciudadana turca llamada Hatice Cengiz. Los funcionarios le indicaron que regresara algunos días después para completar el trámite.
El reportero volvió el 2 de octubre a la oficina junto a Cengiz, quien lo acompañó hasta la entrada. Esa fue la última vez que se le vio. La prometida de Khashoggi lo esperó por medio día, pero su prometido nunca apareció y la legación de Arabia Saudita no le brindó ninguna información en ese momento ni tras reclamos posteriores.
Las autoridades saudíes negaron saber qué había pasado con el periodista y mantuvieron dicho discurso por semanas, pero luego cambiaron su versión cuando el príncipe Mohammed declaró que el desaparecido había abandonado el local poco tiempo después de haber llegado.
La información volvió a cambiar más adelante, cuando el gobierno saudí admitió que el disidente había fallecido tras resistirse a su captura y extradición a Arabia Saudita. Hacia mediados de noviembre del 2018 el fiscal general saudí, Shalaan al-Shalaan, sostuvo que la cúpula del servicio de inteligencia ordenó que se empleara la “fuerza” si el detenido no se sometía a la autoridad.

El incidente generó una ola de críticas internacionales hacia el gobierno saudí y diversos gobiernos y organizaciones pidieron que se investigara la desaparición del periodista.
Un informe de la ONU indicó que los servicios de inteligencia de Turquía y otros países tuvieron acceso a grabaciones que sugerían que Khashoggi habría sido sedado y posteriormente estrangulado.
La investigación señaló que en la muerte del periodista participó un escuadrón de 15 agentes saudíes y que su cuerpo sin vida habría sido desmembrado. Archivos de audio del consulado a los que tuvo acceso la inteligencia turca mostraban al que parecía ser un trabajador médico explicando con detalle cómo se realizaría el proceso de desmembramiento.
“Se separarán las articulaciones. No hay problema. El cuerpo pesa. La primera vez que lo corté fue en el suelo. Si usamos bolsas de plástico y las cortamos en trozos, terminaremos. Envolveremos cada una de ellas”, habría dicho aquel asesor, según el reporte de las Naciones Unidas.
Las pesquisas daban cuenta de grabaciones de video que mostraban a personal saliendo del consulado saudí transportando bolsas de basura y una maleta. Se cree que estas contenían los restos del periodista y que estos habrían sido tirados en un área rural de la provincia turca de Yavlova.

The Washington Post reveló que la investigación de la CIA sobre el incidente llegó a la conclusión “con alta confianza” de que el asesinato había sido ordenado por el príncipe Mohammed. El informe de la agencia estadounidense daba cuenta de otros detalles, como una llamada telefónica en la que Khalid Bin Salman, hermano del heredero al trono, le había dicho a Khashoggi que debía viajar a Estambul para realizar los trámites de confirmación de su divorcio.
Diversos reportes señalaron que entre los agentes directamente involucrados en el crimen había algunos cuyos vínculos llegaban hasta Mohammed Bin Salman.
La respuesta del gobierno saudí fue abrir procesos contra once ciudadanos sindicados por el caso, de los cuales cinco fueron sentenciados a muerte, mientras que tres fueron a prisión y los restantes resultaron absueltos. No se estableció ningún tipo de sanción para el príncipe y este únicamente manifestó “lamentar” la muerte del periodista.

El incidente provocó un amplio debate en el Congreso estadounidense, pero Donald Trump, por entonces en su primer mandato, optó por priorizar las buenas relaciones con Arabia Saudita. Más dura fue la respuesta de Turquía con la que hubo una crisis diplomática que generaría la ruptura de relaciones, aunque más tarde estas se estabilizarían y el caso se delegó a la justicia saudí.














