Lunes, Diciembre 23

Para muchos de nosotros, el inicio de un año nuevo tiene un poder único y empoderador, ya que nos invita a reflexionar sobre lo que hemos logrado y lo que aún queremos alcanzar, pero sobre todo, es una página en blanco que nos brinda la oportunidad para empezar nuevamente. Por ello, en medio de las celebraciones y la emoción por el futuro, suele aparecer un momento de introspección donde empezamos a plantearnos una serie de metas con la ilusión de que este nuevo año será mejor que el anterior y que sí lograremos cumplirlas. Sin embargo, ¿cuántas veces esos propósitos tan anhelados se diluyen antes de que llegue febrero?

En definitiva, establecer objetivos puede parecer sencillo, pero convertirlos en una realidad es un desafío que requiere más que buena voluntad. Como destacó Patricia Cortijo, neuropsicóloga de Clínica Internacional a Bienestar, fallar en el cumplimiento de un objetivo se debe a que, en principio, muchas veces las metas se trazan desde la emocionalidad y no desde la racionalidad, por lo que suelen ser demasiado ambiciosas o poco realistas. Igualmente, si están basadas en presiones externas o sociales en vez de deseos genuinos, si predominan las creencias limitantes como “yo nunca termino lo que empiezo”, así como también si hay una falta de planificación u organización con pasos concretos y medibles.

Por esta razón, es importante reflexionar sobre: ¿qué es importante para nosotros?, lo que nos permitirá diseñar metas que estén alineadas con nuestros valores y que nos ayuden a mantener la motivación a largo plazo.

¿Por qué es clave reflexionar sobre el año que termina antes de plantear nuevos objetivos?

Según la psicóloga clínica, Alejandra Tamayo, es importante que al terminar cada año nos tomemos un momento para reflexionar sobre nuestros logros, aciertos y desaciertos, lo que nos lleva a analizar lo positivo o no de cada acción tomada. Además, nos ayuda a plantear metas que sean más relevantes y alcanzables, por lo que este ejercicio nos da claridad sobre los patrones que hemos repetido y los aprendizajes que podemos incorporar en el futuro, agregó la doctora Fanny Abanto, psicoterapeuta especializada en terapia de esquemas.

Por ejemplo, si identificamos que postergamos algo importante porque no gestionamos bien nuestro tiempo, podemos priorizar desarrollar este hábito como un objetivo para el nuevo año. Asimismo, la reflexión nos conecta con nuestras emociones, permitiéndonos cerrar ciclos de manera consciente y empezar el nuevo año con mayor energía emocional.

“Una forma efectiva para realizar este proceso sin caer en la autocrítica es usar el método de preguntas reflexivas: “¿qué hice bien este año?”, “¿qué cosas me costaron más trabajo?”, y “¿qué aprendí de estas experiencias?”. Para ello, es importante enfocarnos en el aprendizaje más que en los errores, recordando siempre que nadie es perfecto y que las áreas de mejora son oportunidades para crecer. Igualmente, una técnica útil es imaginar que estamos hablando con un amigo: ¿cómo lo animaría a ver su situación de manera positiva? Finalmente, reconocer nuestras fortalezas no solo nos motiva, sino que también nos recuerda que ya contamos con recursos internos para avanzar hacia nuestras metas”, aseguró la psicoterapeuta.

¿Cómo podemos definir objetivos claros y relevantes?

Tras haber realizado una introspección sobre lo que fue nuestro año, la especialista de la Clínica Internacional destacó la importancia de establecer objetivos claros ante nuevos comienzos, ya que nos trazan la dirección que debemos seguir, por lo que, sin ellos podemos sentirnos perdidos y desmotivados.

Por ejemplo, en lugar de decir “quiero hacer más ejercicio”, podemos plantear “caminar 30 minutos tres veces por semana durante enero”. Esto no solo nos motiva, sino que también nos permite medir el progreso y ajustar el plan si es necesario. Además, como señaló la doctora Abanto, un objetivo claro nos ayuda a conectar emocionalmente con el resultado deseado, lo que refuerza nuestro compromiso y perseverancia frente a los obstáculos.

Por consiguiente, un objetivo para que verdaderamente se logre, es clave que sea SMART, es decir, que cumpla las siguientes características:

  • Específico (Specific): El objetivo debe detallar qué queremos lograr y cómo. En lugar de decir “quiero caminar más”, podemos concretar: “quiero caminar diariamente durante la semana”.
  • Medible (Measurable): Para evaluar el progreso, el objetivo debe incluir una cantidad o indicador claro. Por ejemplo: “voy a caminar 30 minutos diarios”. Esto nos permite saber si estamos cumpliendo o no.
  • Alcanzable (Achievable): El objetivo debe ajustarse a nuestras capacidades actuales. Si no estamos acostumbrados a caminar, empezar con 30 minutos puede ser difícil. En ese caso, podríamos ajustar a: “caminaré 15 minutos diarios durante la primera semana y luego aumentaré a 30 minutos”.
  • Relevante (Relevant): La meta debe estar alineada con algo significativo para nosotros. Por ejemplo, si queremos mejorar nuestra salud cardiovascular o aumentar nuestra energía, caminar es un hábito relevante que contribuye a ese propósito.
  • Con un plazo definido (Time-bound): Establecer un plazo nos ayuda a comprometernos. Por ejemplo: “voy a caminar 30 minutos diarios durante los próximos dos meses”. Esto nos permite fijar una fecha para evaluar resultados y ajustar si es necesario.

“Para identificar aquellas metas que son realmente relevantes, es fundamental reflexionar sobre cómo nos hacen sentir. Si nos generan entusiasmo, probablemente estén alineadas con nuestros valores y necesidades, pero si sentimos presión o desmotivación podrían responder a expectativas externas. Por lo tanto, debemos preguntarnos: ¿qué es importante para mí en la vida?, y ¿qué me da sentido y propósito? Sin duda, un objetivo que está conectado con nuestros valores siempre será más motivador y satisfactorio. Del mismo modo, cuestionarnos: ¿cómo mejorará esta meta mi vida? o ¿qué pasaría si no la logro?, pueden ayudarnos a filtrar las metas auténticas de las impuestas”, expresó Patricia Cortijo.

¿Cómo podemos incorporar hábitos saludables que favorezcan a nuestras metas?

De acuerdo a la experta en terapia de esquemas, los hábitos son los cimientos de nuestras metas. Básicamente, el objetivo es el destino y los hábitos son las acciones repetitivas que nos llevan allí. Por ejemplo, si nuestra meta es leer 12 libros al año, el hábito sería leer 15 minutos diarios. Igualmente, los hábitos nos permiten avanzar incluso cuando la motivación disminuye, puesto que transforman las acciones en algo automático.

“Para incorporar hábitos saludables que apoyen tanto nuestras metas como nuestro bienestar integral, es importante que empecemos con pequeños cambios que sean fáciles de mantener o con un solo hábito nuevo a la vez. Por ejemplo, si deseamos comenzar a leer libros, nuestro primer objetivo podría ser, leer una página del libro al día antes de dormir. Cuando estemos en este proceso de incorporación de la nueva conducta en la rutina es fundamental que nos recompensemos por nuestra constancia, pero también que no nos castiguemos por nuestras recaídas, por que siempre debemos recordar que la persistencia es un pilar esencial”, sostuvo la neuropsicóloga.

¿Cómo podemos superar los obstáculos y mantener la motivación para el logro de los objetivos?

  • Gestionar la frustración: Uno de los principales obstáculos que se presentan en este proceso es, sin duda, la frustración. Por ello, como recalcó Fanny Abanto, reconocer que los cambios importantes toman tiempo es crucial para manejar las expectativas, motivo por el cual, debemos reformular nuestras metas enfocándonos en pequeños logros. Por ejemplo, en lugar de esperar resultados inmediatos al empezar un nuevo hábito, podemos celebrar avances graduales como mejorar cada semana. La autocompasión también es esencial, por lo que debemos tener en cuenta que no necesitamos ser perfecto y que cometer errores es parte de este camino hacia el crecimiento personal y la mejora continua.
  • Identificar y desafiar creencias limitantes: Muchas veces, estas creencias actúan como barreras internas, haciéndonos pensar que no somos lo suficientemente buenos o capaces. Superarlas implica buscar evidencia contraria en nuestras experiencias pasadas y recordarnos que la perseverancia es más importante que alcanzar la perfección.
  • Manejar el miedo al fracaso: El miedo puede ser paralizante; sin embargo, es importante cambiar la percepción del error y empezar a verlo como una oportunidad de aprendizaje. Para poder manejarlo, debemos dividir nuestras metas en pasos pequeños y manejables que reduzcan la presión. Asimismo, como refirió la psicóloga, es vital rodearnos de un entorno que nos apoye para sentirnos acompañado en el camino.
  • Reconectar con el propósito: Para mantener la motivación, es fundamental recordar por qué comenzamos y qué es lo que vincula nuestros objetivos con algo significativo para nosotros. Por ejemplo, si hacer ejercicio es nuestra meta, es importante pensar en cómo mejora nuestra calidad de vida, nuestra energía o capacidad para disfrutar momentos importantes.
  • Practicar flexibilidad: Cuando nos enfrentamos a desafíos, es importante ajustar nuestros planes, comprendiendo que adaptarse no significa rendirse, sino buscar nuevas formas de seguir adelante.
  • Practicar la gratitud: Reconocer lo positivo, incluso en medio de las dificultades, puede ayudarnos a mantenernos enfocados en nuestros avances y mantener una mentalidad más optimista y adaptable.
  • Rodearte de inspiración y apoyo: Unirnos a comunidades o buscar historias que refuercen nuestra, al igual que compartir nuestros progresos y dificultades con personas afines puede ser un impulso poderoso.

¿Cómo podemos realizar un seguimiento efectivo de nuestras metas?

El seguimiento debe ser simple y motivador. La doctora Abanto recomendó que una buena estrategia para llevar a cabo este proceso es usar un calendario o una aplicación para registrar nuestros avances de manera visual. Por ejemplo, si estamos trabajando en el hábito de meditar, es importante ir marcando los días que lo vamos realizando. De igual manera, para un mejor seguimiento, podemos establecer revisiones semanales o mensuales para evaluar cómo vamos.

“Si durante un exhaustivo seguimiento notamos señales, como agotamiento constante, estamos desmotivados o percibimos que las circunstancias han cambiado significativamente, lo más probable es que sea un buen momento para replantear o ajustar un objetivo. También si la meta ya no nos genera entusiasmo, podría ser un indicio de que hemos evolucionado y nuestras prioridades son otras. Además, si encontramos dificultades imprevistas en el camino, es crucial mantener la flexibilidad suficiente para ajustar las metas a las realidades del momento, sin que ello cause frustraciones o desajustes emocionales. Es fundamental tener en cuenta que, replantear un objetivo no significa renunciar, sino adaptar nuestros esfuerzos para seguir avanzando de manera alineada con nuestras necesidades actuales y mantener un equilibrio entre nuestras metas y bienestar. A veces, basta ajustar los pasos intermedios; otras, redefinir el objetivo por completo para que siga siendo significativo y alcanzable”, refirió Alejandra Tamayo.

¿Qué herramienta o técnica es indispensable para lograr nuestras metas?

Según Abanto, una herramienta indispensable es el hábito de la visualización positiva, la cual consiste en imaginar con detalle cómo nos sentiríamos al lograr nuestra meta y cómo será nuestra vida en ese momento. Por ejemplo, si nuestro objetivo es dejar de fumar, visualizar cómo nuestro cuerpo se sentirá más ligero y cómo mejorará nuestra salud a largo plazo. En definitiva, esta técnica refuerza nuestro compromiso y nos motiva a superar los desafíos.

“Sin embargo, un elemento clave también para el logro de nuestras metas, es aprender a disfrutar del crecimiento personal, enfocándonos en el presente y valorar cada paso que damos. En otras palabras, en lugar de obsesionarnos con el resultado final, es importante que celebremos los pequeños logros diarios que nos acercan a nuestros objetivos. Por ejemplo, si estamos aprendiendo algo nuevo, como cocinar o practicar un deporte, es vital disfrutar del proceso: experimentar, equivocarnos y mejorar, ya que también es parte del camino”, indicó la psicoterapeuta.

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