
El tamaño de la clase media permaneció estancado por tercer año consecutivo. Esto se da en un contexto de precarización del empleo y mayor vulnerabilidad de este grupo socioeconómico en comparación con la prepandemia. Recuperar la clase media, a partir de mayor inversión privada que genere empleos de calidad, es crucial para fortalecer a los hogares frente a los choques que traerían la desaceleración económica global y la incertidumbre de las próximas elecciones.
Clase media estancada
A partir de los niveles socioeconómicos definidos por el Banco Mundial, la clase media en el Perú se estima como la población que percibe un ingreso mensual entre S/989 y S/5.725, es decir, aquellos que ganan entre 2,2 y 12,6 veces el costo de la canasta básica de consumo. Este grupo se caracteriza por poseer ingresos y ahorros que le permite estar menos expuesto a choques externos y, por ello, dejar de ser vulnerable a caer en situación de pobreza.
Tras la pandemia y el bajo dinamismo económico desde entonces, la clase media representó el 34% de la población en 2024 y no ha recuperado su participación máxima de 40% alcanzada en 2019. Aunque en 2024 la economía y el empleo crecieron, y no se registraron eventos adversos en la magnitud de los ocurridos en 2023, ello no fue suficiente para reinsertar a más peruanos a la clase media.
“La reducción de la clase media en los últimos cinco años se vincula con el deterioro de la calidad del empleo”
En 18 de las 25 regiones, la clase media aún no recupera la participación que tuvo en 2019. El mayor retroceso se dio en Lima Metropolitana y Callao, donde esta participación se contrajo de 61% en 2019 a 48% en 2024. Así, de 1,2 millones de peruanos que salieron de la clase media en dicho periodo, 910 mil (77%) provienen de la capital. En contraste, Huancavelica es la única región donde la clase media aumentó de manera significativa (de 8% a 13%), aunque se mantiene con la cifra más baja del país.
La reducción de la clase media en los últimos cinco años se vincula con el deterioro de la calidad del empleo. Las regiones donde más se redujo la participación de la clase media entre 2019 y 2024 coinciden con aquellas que registran las mayores caídas de la tasa de empleo adecuado. Como resultado, los ingresos de los hogares de este grupo socioeconómico se ubicaron todavía 2% por debajo de 2019, principalmente porque sus ingresos por trabajo aún no recuperan su nivel prepandemia.
Desprotección de la clase media
Frente al deterioro de las condiciones laborales, en los últimos años los hogares de la clase media han acudido a fuentes extraordinarias de ingresos, como el retiro de fondos de AFP y CTS, para complementar el gasto del hogar. Sin embargo, estos recursos se han ido agotando: según el BCRP, 9 de cada 10 afiliados han prácticamente agotado sus fondos de pensión, lo que deja a una proporción de la clase media desprotegida en caso de desempleo o jubilación.
En este contexto, desde la pandemia se ha reducido la solidez de la clase media: en 2024, el ingreso promedio per cápita de un hogar de clase media era 75% superior que el límite para ser considerado vulnerable; es decir, para estar en riesgo de caer en la pobreza. Esta distancia promedio respecto de la vulnerabilidad es significativamente menor a la registrada en 2019 (82%) y es la segunda menor registrada desde 2004, solo superando a la de 2021 (72%).
El ritmo de crecimiento económico actual es insuficiente para revertir el deterioro de la clase media en el corto plazo. Según estimaciones del IPE, si la economía continúa creciendo a 3%, tomaría ocho años regresar a su nivel registrado en 2019. Previo a ese año, se requirió de una inversión privada creciendo a doble dígito para más que duplicar la tasa de empleo adecuado y la clase media. Retomar estos avances exigen superar los desafíos estructurales que frenan la inversión y una mayor productividad laboral.