Con el 2025 próximo a culminar, la economía peruana muestra un crecimiento moderado, sostenido por la inversión privada y un entorno externo aún favorable. Sin embargo, el balance del año también deja desafíos importantes en materia fiscal y de política macroeconómica, que podrían condicionar el desempeño económico hacia el 2026.
Si bien la expansión se ha apoyado en el repunte de la demanda interna y en mejores términos de intercambio, persisten riesgos asociados al avance del gasto, las iniciativas legislativas con impacto fiscal, la inseguridad y la debilidad institucional. A ello se suma un mayor ruido político en la antesala del proceso electoral, que introduce incertidumbre adicional sobre las expectativas y las decisiones de inversión.
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Para este análisis, El Comercio consultó con cuatro especialistas sobre el cierre de la economía en 2025, las proyecciones para 2026 y los principales retos fiscales y de política macroeconómica.
1. ¿En cuánto cerraría la economía en el 2025 y cuál es la estimación de crecimiento económico para el 2026? Además, ¿cuáles son los principales factores que explican ese escenario?
2. ¿Cómo evalúa la trayectoria reciente del déficit fiscal y de la deuda pública, y qué riesgos identifica para la sostenibilidad fiscal en el corto y mediano plazo si no se introducen correcciones?
3. ¿Qué ajustes considera prioritarios en la política macroeconómica para sostener el crecimiento y reducir vulnerabilidades en el periodo 2025–2026?

Luis Miguel Castilla, director ejecutivo de Videnza Instituto
1. La economía cerraría el 2025 con un crecimiento de 3,3%, impulsada por el repunte de la demanda interna. La inversión privada registraría una expansión de dos dígitos, hecho destacable luego de más de una década de estancamiento e incluso contracción en años recientes; mientras que el consumo privado continuaría fortaleciéndose gracias a la recuperación del empleo formal y a un entorno de inflación baja. A ello se suma el buen desempeño de los sectores primarios, que han contribuido de manera significativa al crecimiento económico reciente. A diferencia de 2024, este resultado no estaría influido por efectos estadísticos de rebote tras una recesión previa, sino por una mejora generalizada de la actividad productiva.
De cara a 2026, la actividad económica podría mantener un buen ritmo durante el primer trimestre, siempre que las expectativas empresariales permanezcan relativamente desacopladas del proceso electoral y que el contexto externo continúe favoreciendo elevados términos de intercambio. Para el conjunto del año, se proyecta un crecimiento cercano al 3%, limitado por la curva de aprendizaje de las nuevas autoridades y por la persistencia de la crisis de inseguridad, que afecta especialmente a los sectores más expuestos a la extorsión. Un escenario político sin extremismos, con mayor estabilidad y gobernabilidad permitiría mejorar estas perspectivas.
2. Todo indica que en 2025 se cumpliría finalmente la regla fiscal, aunque este resultado obedecería más a una recaudación excepcional que a un esfuerzo real de contención del gasto. En ese sentido, las advertencias del Consejo Fiscal resultan pertinentes, dadas las iniciativas de gasto y perforaciones tributarias promovidas por el Congreso, en un contexto de interpretación flexible de los límites constitucionales y con un Ejecutivo que ha mostrado nula disposición a observarlas. El Gobierno actual debiera empezar a aplicar el anunciado pacto fiscal y no pasarle la responsabilidad a la próxima administración.
Hay un volumen importante de contingencias fiscales adicionales, como sentencias judiciales y laudos arbitrales, que según estimaciones del MEF podrían representar hasta 9% del PBI. Pese a las declaraciones recientes de la ministra Miralles descartando nuevos rescates, Petro-Perú sigue constituyendo un riesgo relevante, con un costo adicional de 2% del PBI en los próximos años.
Si bien la deuda pública bruta se mantiene por debajo del 35% del PBI, posicionando al Perú como uno de los países más solventes de la región, los déficits recurrentes han sido financiados mediante el uso de activos del Tesoro. Como resultado, la deuda neta ha aumentado cerca de 20 puntos del PBI en la última década, reduciendo el margen de maniobra fiscal frente a futuros shocks.
3. En el ámbito de la política monetaria, el principal desafío será asegurar la continuidad de un manejo técnico, profesional e independiente del BCR. Ello dependerá de la conformación del nuevo directorio, responsabilidad que recaerá en el próximo Gobierno y en el Senado, que deberán designar a tres nuevos directores y ratificar al presidente de la institución. La expectativa razonable es que se mantenga la línea de gestión seguida durante las últimas dos décadas, caracterizada por su credibilidad y prudencia.
No obstante, los ajustes más urgentes se concentran en la política fiscal y en el diseño de políticas públicas orientadas a elevar el crecimiento potencial. Si bien el país no enfrenta una crisis fiscal inmediata, sí atraviesa una clara crisis de rumbo. Mantener la inercia actual implicaría un deterioro progresivo del espacio fiscal y de la capacidad del Estado para cumplir adecuadamente sus funciones. Por ello, resulta imprescindible adoptar medidas que preserven la sostenibilidad fiscal.
Para acelerar el crecimiento económico, también es clave mantener un entorno favorable a la actividad empresarial. Esto requiere remover trabas a la inversión privada a través de mejoras en la calidad regulatoria, fortalecer la administración pública, recuperar la seguridad jurídica y enfrentar con mayor eficacia el avance de las economías ilícitas que acechan al país.

Paola del Carpio, coordinadora de Investigación de la Red de Estudios para el Desarrollo (Redes)
1. Definitivamente vamos a crecer un poco por encima del 3%, la economía se movió más de lo que esperábamos este año. Los motores económicos fueron el minero y también la agroexportación. Los precios internacionales han estado bastante bien. Hemos tenido valores récord de exportaciones y eso nos está ayudando a poder sostener el crecimiento.
Por otro lado, también tenemos un impulso del consumo que no durará para siempre: está relacionado con los retiros [previsionales], cuyo costo es a largo plazo, pero en este momento hay un poco más de liquidez en las manos de las familias. La inversión en general también sorprendió este año y eso es positivo para el país.
Para el 2026, por ejemplo, este impulso del consumo no va a estar, probablemente. Podría ralentizarse un poco [la economía], pero no sería alarmante. Hay que ver lo que sucede con la campaña [electoral]. Tenemos un contexto electoral triple: las elecciones presidenciales, también el Senado y se vienen las elecciones regionales y municipales. Es un panorama en el que vamos a observar cuánta incertidumbre se insertará.
2. Es posible que se cumpla la regla fiscal del 2025, pero esto tiene que ver con los ingresos tributarios muy buenos: el tema del valor de las exportaciones también va relacionado de una buena recaudación. Hay que recordar que estos ingresos no necesariamente duran para siempre y, como advirtió el Consejo Fiscal, desde el Congreso se han aprobado [medidas de] gasto que no son de una sola vez y son bastante fuertes, así como el aumento de planillas.
Hay aspectos adicionales para que todo esto de las finanzas sea sostenible. En un contexto donde las condiciones “están tan buenas”, no deberíamos estar ajustando con el déficit para llegar a la meta. No deberíamos estar en esas condiciones. Tenemos que ser muy prudentes con lo que se viene a futuro, con los arbitrajes, por ejemplo, que también nos puede poner en riesgo en unos años. No podemos gastar de más y recurrentemente sobre la base de ingresos que no van a durar para siempre.
3. Definitivamente hay que prestar mucha atención a estas iniciativas de gasto desde el Congreso. Es una puerta que se debería de cerrar, pero no depende exclusivamente del Poder Ejecutivo, eso lo debería de ver el Tribunal Constitucional. Como advirtió el Consejo Fiscal en su momento, muy pocas medidas fueron observadas por el Ejecutivo o si lo fueron, muy pocas se llevaron al Tribunal Constitucional.
El MEF tiene que retomar su protagonismo. Me parece y veo que hay esa intención en este MEF, ojalá lo veamos consolidarse. Están bien las medidas de austeridad. Algo por lo que vamos a tener que apostar cada vez más es buscar mejoras de productividad, más allá de los ajustes al gasto público. Debemos enfocarnos en saber gastar mejor lo que tenemos.
David Tuesta, presidente del Consejo Privado de Competitividad
1. Es un escenario base, es decir, con un gobierno más o menos similar a este, uno esperaría que la economía crezca en torno al 2,5% y 3%. Esta situación sin duda tiene algunos riesgos, riesgos que habría que ver si se terminan desarrollando, como, por ejemplo, que haya una caída de los precios de los minerales. Ahora, ese riesgo no lo tenemos. También, que se presente algún fenómeno climatológico, no lo vemos ahora tampoco, pero hemos visto escenarios donde esto se empieza a visualizar, a veces, comenzando el año. Depende también un poco de las condiciones en las que se desarrolle la economía norteamericana y la china, que son los principales socios comerciales y que impactan al crecimiento económico global.
Para el 2026 se esperaría que la inversión privada crezca en torno al 5%. Seguramente puede existir algún tipo de ralentización de su crecimiento si es que se presenta algún tipo de turbulencia o un escenario electoral no deseado. Pero en principio, esperaríamos crecimientos por ese rango. En gran medida, gran parte del factor que va a mantener nuestro nivel de crecimiento del próximo año va a estar referido al precio de los minerales. Eso está en nuestro escenario base.
2. Respecto a la trayectoria del déficit fiscal, evidentemente el riesgo es que gran parte de las iniciativas legislativas que todavía están ahí esperando aprobación y votación en el Congreso, terminen consolidándose y plasmándose en el año. Ya hemos visto las advertencias del Consejo Fiscal, de cómo esto podría afectar el desvío de nuestra meta de déficit fiscal del próximo año.
Hay que estar atentos, en principio, a si el populismo congresal se logra contener y sobre todo, cuál va a ser el despliegue de las fuerzas políticas con las próximas elecciones. Pero el riesgo es de que se desvíe respecto a la meta y más aún si es que se presenta algún shock como el del Fenómeno de El Niño, por ejemplo, que deprime la economía y suele incrementar el déficit fiscal. Lo mismo si hay un cambio con los ‘commodities’. Entonces, los riesgos, si no se han dado en el 2026, se pueden dar sin duda más adelante si no se hacen correcciones hoy.
3. Que la economía crezca de manera sostenida; es decir, hacer cambios que permitan mejoras en el crecimiento potencial, más allá de los ‘commodities’. En el corto plazo, debemos apuntalar la inversión minera, los proyectos de inversión que superan los US$75.000 millones (o US$ 65.000 millones). Eso sería clave y ahí se requiere que el Estado sea un verdadero socio para apurar esas adjudicaciones y así hacer que las inversiones avancen.
Lo otro es tener una mayor conciencia de la prudencia fiscal, y ahí va a ser importante seguir con este tipo de dinámica del gasto incontrolable y, al mismo tiempo, evitar más exoneraciones tributarias. Eso va a ser fundamental.

Carlos Casas, profesor principal del Departamento Académico de Economía e investigador del Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico
1. Al parecer la economía cerraría por encima del 3% (un rango entre 3,1% y 3,4%) este año debido a un crecimiento de la inversión privada. Esta viene creciendo por encima del 10% debido a inversión de reposición y el adelanto de planes de inversión como mecanismo de prevención ante la inestabilidad política que tendremos durante el primer semestre del año próximo. El comportamiento de los agentes económicos será de una mayor precaución en el primer semestre. Como quede conformado el nuevo Congreso y la orientación económica del nuevo presidente marcarán las expectativas. Ello introduce un alto elemento de incertidumbre. Un escenario es que haya una orientación promercado pero con responsabilidad fiscal, lo cual potenciaría el crecimiento al mejorar considerablemente las expectativas.
Sin embargo si la composición del Congreso sigue igual y no se logra reducir la inseguridad y se continúa con la feria populista en el Congreso, la situación puede deteriorarse rápidamente. Todo lo anterior nos lleva a tener un estimado con alta volatilidad. Podríamos decir que el producto puede crecer en un intervalo de 2,5% a 2,8%. Si bien no parecen cifras malas, debemos considerar que es un crecimiento decepcionante dado que en un entorno de buenos precios internacionales de los metales, las exportaciones en expansión y crecimiento de la economía mundial deberían estar en más del 6%. Ese es el costo del deterioro político que se observa.
2. En los años anteriores la trayectoria del déficit fiscal ha sido preocupante debido a que no se cumplió con la regla fiscal durante varios años seguidos. Este año, al parecer, se cumplirá debido al incremento de la recaudación por el propio crecimiento de la economía y los mayores precios de los metales. Lo primero ha generado que sectores como la construcción y el comercio hayan crecido más del 10%. Tenemos también que la recaudación del sector pesca ha crecido fuertemente, pero la minería es la estrella dado que su recaudación ha crecido a una tasa superior al 34%. Con esos números es fácil cumplir con la regla fiscal a pesar del crecimiento significativo de los gastos que se ha observado en el año, donde el gasto corriente hasta el tercer trimestre creció en cerca del 8%.
Sin embargo, la trayectoria será complicada debido a que existen gastos comprometidos para el siguiente año e irán incrementándose, lo que hace necesario que se desarrollen medidas para incrementar la recaudación y buscar optimizar el gasto. Atacar la corrupción e ineficiencias del gasto puede liberar recursos. Sin embargo, lo principal será lograr detener el populismo fiscal del Congreso.
3. En primer lugar, el tema de la inseguridad es necesario controlarlo por varios motivos. El primero es que nos resta competitividad porque incrementa costos, se convierte en un impuesto y evita que se expanda la actividad productiva. Por otro lado, desincentiva la inversión y lo más complicado es que enrarece el clima de negocios, lo cual puede ser perjudicial en el mediano plazo. Debemos evitar que las actividades ilegales se expandan porque ello afecta la eficiencia de la economía y el desarrollo de instituciones sólidas que permitan asegurar el crecimiento en el mediano plazo.
Por otro lado, es necesario mejorar la eficiencia del Estado en la recaudación y en brindar buenos servicios a la población y disminuir costos de transacción para las empresas. La reforma del mercado laboral y el marco regulatorio del sector privado son tareas ineludibles. Una segunda ola de reformas será necesaria para sostener el crecimiento en el largo plazo. En cuanto a las vulnerabilidades económicas, es necesario reforzar los colchones fiscales para afrontar cualquier evento inesperado. Y, lo principal es lograr un pacto fiscal por parte del nuevo gobierno para evitar nuevas propuestas populistas debiliten aún más nuestra posición fiscal.

Hugo Perea, economista jefe del BBVA Research
1. En el BBVA Research proyectamos que la economía crecerá 3,3% este año. Por el lado de la demanda, el gasto privado (tanto de inversión como de consumo) le han dado soporte al crecimiento, lo que se ha reflejado por el lado sectorial en un buen desempeño de los sectores construcción, comercio y servicios.
Nuestra previsión para 2026 se ubica en 3,1%, y toma en cuenta lo siguiente: (i) una economía que entra al 2026 creciendo alrededor de su nivel potencial, con un mercado laboral que viene mostrando dinamismo, fundamentos macro sólidos (en particular, por el lado externo), una confianza empresarial en máximos desde 2019 y una confianza del consumidor que viene recuperándose y se acerca a la zona de optimismo, (ii) condiciones externas que aún serán favorables para Perú (altos precios de exportación y tasas de interés internacionales descendiendo lo que implica mejores condiciones de financiamiento externo); además, la incertidumbre ha bajado, aunque persiste y seguirá lastrando el crecimiento global, (iii) impacto de los retiros previsionales sobre el consumo, (iv) algo de ruido vinculado al proceso electoral, pero se asume que quien resulte elegido presidente mantendrá los lineamientos generales de la conducción macroeconómica de los últimos 30 años, y (v) incremento de los flujos de inversión en proyectos de inversión en minería e infraestructura.
Desde luego, también existen factores de riesgo que pueden desviar, hacia abajo o hacia arriba, nuestra previsión de crecimiento para 2026.
Por el lado externo, cabe señalar los siguientes: (i) nuevos choques de oferta negativos (aranceles y política migratoria en Estados Unidos), (ii) tensiones financieras debido a las presiones de la administración Trump sobre la FED o a una crisis de la deuda en alguna economía importante, (iii) en lo positivo, mayor inversión en IA o mayor productividad que resulte de esta.
Por el lado local: (i) mayor inseguridad asociada al aumento del crimen, (ii) avance de las economías ilegales, y (iii) un resultado electoral contrario a la economía de mercado; no obstante, tampoco se puede descartar que resulte ganador un candidato que genere confianza, lo que podría potenciar el efecto positivo de los altos precios que se espera para 2026 de los productos que Perú exporta.
2. Este año, cabe destacar el descenso en el déficit fiscal desde un nivel equivalente al 3,4% del PBI hacia uno alrededor de 2,2%, con lo que se cumpliría o quedaría muy cerca a la meta de para el déficit contemplado en la regla fiscal (sin embargo, cabe preguntarse si el resultado fiscal pudo ser mejor, dados los altos precios de exportación que hemos tenido en 2025). Dada la evolución del déficit y del PBI que proyectamos para este año, estimamos que la deuda pública bruta al cierre de 2025 se mantenga alrededor de 32% del PBI, un nivel similar al del 2024. Este nivel de endeudamiento bruto es relativamente bajo, pero aún se ubica por encima de lo contemplado en las reglas fiscales (límite de no más de 30% del PBI) y no ha sido mayor por el uso de los activos (ahorros) del sector público. En los próximos años la historia será distinta porque los ahorros han disminuido considerablemente.
Hacia adelante, se perciben diversos factores de riesgo que podrían afectar negativamente la sostenibilidad de las finanzas públicas. En primer lugar, vemos una tendencia hacia un incremento del gasto corriente, de naturaleza inflexible (gasto en planillas, por ejemplo), en desmedro de la inversión pública. Esto es lo que se ha visto en el Presupuesto para el 2026. Un segundo factor de riesgo es el tema de Petro-Perú, que requiere una solución integral para cerrar ese drenaje de recursos fiscales que deberían ser usados en otras prioridades. Finalmente, lo más importante, el riesgo vinculado a las iniciativas legislativas con impacto negativo sobre las finanzas públicas. Este riesgo ha sido enfatizado recientemente por el Consejo Fiscal y es motivo de gran preocupación. Según el Consejo Fiscal, en un escenario complicado en el que se aprueben las iniciativas más costosas que aún están en trámite, la deuda pública podría alcanzar niveles del 70% del PBI en 10 años, lo que implicaría una situación fiscal insostenible.
3. Lo primero es tomar acciones para evitar una mayor erosión de la finanzas públicas debido a las iniciativas legislativas que tienen efectos perniciosos sobre las finanzas públicas. El Ejecutivo debe ser más proactivo en observar propuestas que erosionan la sostenibilidad fiscal y, si son inconstitucionales, llevar esas iniciativas al Tribunal Constitucional. No podemos seguir con este deterioro de la fortaleza fiscal que ha sido tan importante para mantener la estabilidad de nuestra economía, incluso en momentos tan complicados como la pandemia o de episodios de elevadas tensiones políticas.
Una segunda línea de ajuste va por el lado de acciones que impulsen la inversión, en particular, en minería. Los altos precios de los metales que Perú exporta no han sido seguidos de una aceleración de la inversión privada. Más allá de una aceleración observada durante 2025, la inversión privada como porcentaje del PBI aún está 3 puntos porcentuales por debajo de lo observado durante el auge de precios de ‘commodities’ del 2003 y el 2014 (alrededor de 17% hoy frente a 20% en el boom anterior). Esto a pesar de que hoy los términos de intercambio se ubican en un nivel entre 60%-70% por encima de lo registrado en el ciclo alcista anterior. Los precios del cobre y el oro registran máximos históricos y se proyecta que las cotizaciones se mantendrán elevadas. Para impulsar la inversión minera se requiere que el gobierno contribuya a destrabar proyectos mediante la reducción de trámites administrativos y el diálogo con las comunidades en las zonas de influencia.
En tercer lugar, el combate eficaz al avance de la criminalidad y las economías ilegales. Esto requiere recursos, tecnología y labor de inteligencia.
Finalmente, reformas por el lado político que permitan reforzar la institucionalidad y gobernabilidad. Esto daría una mayor estabilidad que reduciría la incertidumbre y estimularía la inversión, la creación de empleo y el crecimiento. No existe economía de mercado que crezca rápida y sostenidamente y canalice adecuadamente las demandas ciudadanas sin instituciones sólidas que garanticen la propiedad privada, el respeto a los contratos, la promoción al buen gobierno (instituciones que combatan la corrupción), un poder judicial predecible, mercados competitivos, entre otros.














