Domingo, Noviembre 17

La disponibilidad de recursos hídricos es un reto cada vez mayor para el Perú, especialmente en las regiones costeras, donde las sequías recientes han intensificado las brechas de acceso al agua. La mayor frecuencia de estos eventos, sumado a una deficiente gestión de los recursos hídricos afecta el abastecimiento de agua para las personas y la producción agrícola, y eleva los costos de la generación eléctrica.

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Gestión del agua

La infraestructura de almacenamiento de agua en el Perú es insuficiente para enfrentar los periodos de estrés hídrico. Según el BID, la capacidad de almacenamiento de agua en el Perú es 10 veces menor que el promedio de América Latina y el Caribe. No se trata necesariamente del tipo de climas: al comparar Perú con Portugal, ambos con grados similares de variabilidad climática según el Banco Mundial, la capacidad de almacenamiento de agua del Perú es 6,2 veces menor.

Esta limitación no solo impide al país afrontar adecuadamente periodos de sequía, sino que también reduce su habilidad para regular la disponibilidad de agua en épocas de abundancia como cuando ocurre el Fenómeno de El Niño.

La gestión de las instalaciones existentes también presenta deficiencias. Por ejemplo, las presas Limón (Lambayeque) y Poechos (Piura) están colmatadas, es decir, han acumulado tierra y arena. Así, han reducido su capacidad efectiva de almacenamiento debido a su falta de mantenimiento, gestión y supervisión adecuada.

Ello, en combinación con la escasez de lluvias en el norte, ha reducido a un tercio (Lambayeque) o a la mitad (Piura) la capacidad de utilización de estos reservorios frente al promedio de los últimos cinco años (2019-2023). En el caso de Piura, este promedio ya era incluso bajo (38%), evidenciando el deterioro de su capacidad.

Altos costos para los hogares

El estrés hídrico perjudica el abastecimiento de agua potable, obligando a recurrir a camiones cisterna, que son más costosos y menos seguros. Según datos de Sunass para 2023, en Lima Metropolitana el precio del metro cúbico de agua proveniente de camiones cisterna es 5,7 veces mayor al de la red pública. Así, Sedapal estima que los hogares que usan camiones cisterna pagan S/790 adicionales por año en comparación a los que usan la red pública.

Ante los recortes en la provisión de agua, los hogares de Piura enfrentarían un costo similar, que pudo ser evitado. Esta situación se agrava por la poca eficiencia de las empresas públicas de agua y alcantarillado. El 61% del volumen producido de agua por la EPS Grau (Piura) no es facturado, muy por encima del límite máximo de 30% definido por Sunass, lo que implica un deficiente mantenimiento y supervisión de las conexiones.

La situación es similar en las regiones vecinas de Tumbes (67%) y Lambayeque (43%). Consistentemente, para 2023, ninguna de estas regiones logró abastecer de agua a sus usuarios por más de 12 horas al día, en promedio.

Riesgos para la generación eléctrica

La infraestructura de almacenamiento insuficiente y la gestión inadecuada de los recursos hídricos también impacta al sector energético. El 50% de la energía generada en 2023 provino de centrales hidroeléctricas. Debido a ello, cuando disminuye la disponibilidad de agua en las cuencas que alimentan estas centrales, la capacidad de generación eléctrica se ve seriamente afectada.

Como consecuencia, durante las épocas de sequía, el país recurre a fuentes de generación menos eficientes y más costosas, lo que eleva el precio de producción de energía, afectando la competitividad del suministro eléctrico. En 2023, por ejemplo, el fenómeno de La Niña redujo los caudales de los principales ríos del país, provocando la rápida activación de centrales de generación a diésel para satisfacer la demanda. Esto provocó un alza significativa del precio de la energía (spot), con un aumento interanual de hasta 465% en septiembre de ese año.

Una respuesta eficaz requiere del trabajo conjunto del sector público y privado que permita asegurar una inversión significativa en infraestructura de almacenamiento y sistemas de distribución, así como en la modernización de las redes de agua para mejorar la eficiencia del suministro. Sin una estrategia integral y de largo plazo, la vulnerabilidad del país ante eventos de estrés hídrico continuará amenazando el desarrollo económico y el bienestar de la ciudadanía.

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