Domingo, Diciembre 22

La historia de un luto familiar, de una persona al borde de la locura, o de un joven escritor en busca de su vocación: así de diversas son las historias que componen “Las vidas que tomé prestadas”, primer libro de cuentos de Bryan Villacrez (Lima, 1990), comunicador social y administrador del muy activo blog literario Mar de Fondo. A propósito de esta publicación, que se presentó en la última Feria del Libro Ricardo Palma, conversamos con él.

―Un común denominador entre los personajes del libro es la angustia. Es un tema recurrente en la literatura universal, desde luego, pero ¿crees que existe una particular angustia contemporánea que te ha movido a escribir estas historias?

Claro, existe la angustia de los tiempos en que vivimos, el individualismo y el vacío humano; así como la inseguridad. Cada época y sociedad tienen sus propios problemas y la literatura es una manera de reflejar y registrar los tiempos. Es inevitable expresar a través de mis personajes temas como la corrupción, el abandono, el rechazo y la crisis moral que vivimos en el Perú en estos momentos. La angustia que producen los problemas de salud mental es también un tópico en estas historias.

―En su mayoría son relatos que se ambientan en espacios urbanos y actuales, pero percibo también ciertos detalles o rasgos de atemporalidad. Como si algunas situaciones o personajes salieran de otra época. ¿Has pensado en ello?

Claro, por ejemplo en “La promesa inquebrantable”, los personajes están en los años 50 donde existía un respeto genuino por la palabra de honor, hasta límites que hoy consideraríamos absurdos. Está presente también el tema de la eternidad donde no existe el tiempo, pero creo que lo bueno de la literatura es que cada lector pueda ubicar a los personajes en el tiempo que más le resulte familiar, de acuerdo a su propia experiencia. Eso es lo que he intentado provocar en los lectores.

―Hay otro tema que se hace recurrente: la relación intergeneracional, los viejos y los jóvenes, el maestro y el discípulo. ¿Cuán importante te parece ese vínculo en la transmisión de experiencias y conocimientos?

Es clave, creo que todos construimos una cadena de experiencias con base en las relaciones con vidas que como eslabones van formando la nuestra. Ante ese concepto creo que de quiénes más podemos aprender es de aquellos que vivieron más y recoger esas historias, ahí está también la escencia de “Las vidas que tomé prestadas”. De alguna manera, en un libro inmortalizas y refuerzas ese vínculo intergeneracional, como en el cuento “Don Piero y yo” dedicado a un amigo clérigo muy querido.

―Lo ribeyriano asoma en algunos momentos (como en muchos autores de tu generación). ¿Qué otros autores podrías revelar como influencias o, por lo menos, referencias para tu literatura?

Sí y me alegra ese redescubrimiento de Ribeyro en las nuevas generaciones. Como decía Quiroga, uno debe buscar un referente, alguien a quién mirar (no copiar). Creo que Ribeyro es un autor que no puede pasar desapercibido en todo lo que concierne al cuento. Sin embargo, también he leído bastante los relatos de Maupassant, Hesse, Chéjov, Unamuno y un poco más acá García Márquez, Cortázar, Borges. Hay cuentos peruanos de Manuel Beingolea, Arguedas, Rivera Martínez, Hinostroza, Valdelomar, hasta del mismo Vallejo, todos muy valiosos.

―Administras una página de literatura con muchos seguidores en Internet. ¿Cómo vinculas (o separas) la labor de difusión con la creativa?

Desde luego hay un fuerte vínculo, la creatividad no podría salir a la luz si no estamos inspirados por un buen texto y las vivencias. En el blog de Mar de fondo publico contenido literario todos los días, así que siempre estoy leyendo cuentos, novelas y buscando contenido le guste a los más de 100 mil seguidores. Hemos leído cuentos en vivo tanto tiempo que es imposible no rescatar elementos para nutrir un proyecto literario.

―¿Crees en el poder de los influencers de Tiktok (y otras redes) para crear un verdadero impulso de la literatura entre las generaciones más jóvenes?

Yo creo que hay una gran posibilidad y siempre he dicho que el cuento salvará a la lectura, ya que en un mundo donde reina la ansiedad y la inmediatez muchos arguyen “falta de tiempo para leer” y prefieren textos cortos, por eso el cuento los acerca más a la literatura y a los clásicos, no tienes tiempo para leer “Guerra y Paz” pero sí “El poder de la infancia” de Tolstói. Así como se pasan horas viendo contenido irrelevante hasta hacerse un vicio, también se puede arovechar estos espacios virtuales para acercar a la gente a la lectura que es como decía el desaparecido Marco Aurelio Denegri “el único vicio saludable”.

El libro

“Las vidas que tomé prestadas”

Autor: Bryan Villacrez

Páginas: 90

Editorial: Acuedi

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