Viernes, Noviembre 15

El encuentro se efectuará tras el cierre de la cumbre, que ha convocado a 16 presidentes y cinco representantes de 21 economías que acumulan más del 62% del PBI global, 48% del comercio internacional de bienes y servicios y el 38% de la población mundial.

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Citas previas y resultados

Esta será la última vez que ambos mandatarios se verán cara a cara antes de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, a inicios del próximo año.

El primer encuentro ocurrió en noviembre del 2022, cuando Xi Jinping salió de la burbuja de Bejing -luego de la pandemia del COVID-19- y estrechó la mano de su homólogo estadounidense por primera vez desde que este llegara a la Casa Blanca en enero del 2021. La cita fue en la isla indonesia de Bali, en vísperas de una cumbre del G-20, y el gran reto de entonces fue romper el enorme bloque de hielo diplomático entre las dos superpotencias.

La junta bilateral arrojó como resultado más tangible el diálogo en ámbitos trascendentales y problemáticos. Esto incluyó el cambio climático, el conflicto del país asiático con Taiwán, la guerra en Ucrania y la disputa comercial-tecnológica.

Un año después, Biden y Xi Jinping volvieron a darse las manos en la cumbre de APEC 2023, celebrada en San Francisco (EE.UU.). De aquella reunión los medios destacaron tres grandes acuerdos: el compromiso para frenar la producción de fentanilo, la reanudación de las conversaciones directas entre militares de ambas naciones y el análisis sobre la seguridad de la inteligencia artificial.

Al marcharse, Biden acabó diciendo a los periodistas que seguía pensando que Xi era un “dictador”, frase que China condenó mostrando su enojo.

Expectativa para el tercer cara a cara

En esta ocasión, a diferencia de los encuentros anteriores, las conversaciones no se centrarán en conclusiones o resultados, sino que será un momento de reflexión entre los gobernantes de los estados más poderosos del momento, según han descrito altos funcionarios estadounidenses.

Es muy probable que la cita se vea ensombrecida por los resultados de las elecciones de la semana pasada en el gigante del norte. Donald Trump ha prometido una línea dura contra la potencia asiática con el objetivo de proteger las industrias estadounidenses, imponiendo altos aranceles.

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China toma esas declaraciones con cautela. “Lo que los chinos han aprendido de Trump es que dice muchas cosas (…) porque es caprichoso, pero que no necesariamente ejecuta sus amenazas”, sostuvo hace unos días Hoo Tiang Boon, profesor de la Universidad Tecnológica de Nanyang, en Singapur, a la agencia de noticias AFP.

Hay gran expectativa, por lo tanto, a lo que vaya a pasar en esta tercera reunión. ¿Será esta tan importante como las anteriores? ¿Qué tanto peso político tendrá? ¿Habrá compromisos o será más un acto protocolar? ¿China está interesada en el encuentro o su foco es la próxima administración de Trump? Estas son algunas de las interrogantes que surgen.

Limitaciones de Biden

Para Carlos Aquino, coordinador del Centro de Estudios Asiáticos (CEAS) en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, esta cita tiene varias diferencias importantes en comparación con las anteriores. Primero, el contexto es distinto porque Biden está de salida y, por lo tanto, tiene limitaciones para hacer promesas significativas.

“Si continuara una administración demócrata podría haber continuidad, pero con la llegada de Trump, quien tiene una agenda marcadamente diferente aunque en algunos aspectos similar respecto a China, la situación va a ser diferente”, comenta Aquino.

Además, el especialista explica que Trump fue quien en el 2017 inició una política más confrontacional con China, y aunque Biden la ha mantenido, ha sido un tanto menos agresivo en su enfoque. Trump, en cambio, ha prometido elevar aranceles a niveles más altos, lo que indica una postura más dura. Además, Biden enfrenta a una China con una posición fortalecida en Latinoamérica, con hitos como la inauguración del puerto de Chancay.

El gobernante norteamericano buscará mostrar que en su mandato ha mantenido una relación civilizada con China, pese a las diferencias existentes. A lo largo de estos años ha trabajado en temas comunes, como el cambio climático, aunque en esto Trump probablemente no participará en el futuro. La intención de Biden parece orientarse a demostrar que, a pesar de las divergencias, ambos países han colaborado en ciertas áreas de interés común.

“No parece que pueda lograrse mucho más en esta cita”, dice Aquino. “Sin embargo, aunque este encuentro se plantea en circunstancias distintas, sigue siendo relevante que los líderes de las dos mayores economías del mundo se reúnan”, añade.

¿Qué debería esperar China?

Óscar Vidarte, internacionalista y profesor principal de la PUCP, opina que para China mantener canales de comunicación abiertos es esencial, incluso con Trump. El país asiático no busca romper su relación con Washington y ha demostrado su pragmatismo al mantener el diálogo durante la primera administración del magnate a pesar de sus amenazas y posturas.

“China es consciente de que la incertidumbre es uno de los mayores desafíos de un gobierno de Trump y, por ello, prefiere conservar los canales diplomáticos a alto nivel, lo que permite abordar cuestiones importantes sin caer en una dinámica de sanciones mutuas o de confrontación abierta”, expresa el internacionalista a El Comercio.

El gran problema para Xi Jinping es justamente la incertidumbre que genera Trump. Si bien el líder republicano llega a materializar algunas de sus amenazas, otras quedan en bravatas o declaraciones sin acción, como las amenazas de usar la fuerza contra Venezuela. Esta ambigüedad hace que el próximo gobierno de Trump sea incierto en cuanto a sus políticas hacia China.

“Por esta razón, para China es fundamental conservar los canales diplomáticos, que permitirán dialogar y manejar temas sensibles más allá de los desacuerdos”, recalca Vidarte.

Finalmente, aunque el docente concuerda con Aquino en que esta reunión será de menor relevancia que las anteriores, existe un valor tanto simbólico como político. La presencia de Biden en APEC subraya la importancia de mantener los vínculos entre ambas potencias, algo fundamental no solo para ellos sino para el mundo entero. “Si Biden hubiese decidido no asistir –porque hasta casi el final no se había confirmado su asistencia–, ahora mismo estaríamos hablando de qué esperar de la relación de Xi Jinping y Trump si es que ni siquiera se logró concertar con Biden. Así, este encuentro es más que un simple gesto; es una declaración política de la relevancia de la relación entre EE. UU. y China en el escenario global”.

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