
En un mundo saturado de palabras, señales y estímulos, ¿cómo se pinta el silencio? Rodrigo Tafur, artista peruano radicado en Nueva York, responde desde el punto: unidad mínima del trazo, gesto fundacional de su pintura y metáfora del murmullo que atraviesa la ciudad contemporánea. En su nueva exposición que se apertura el 21 de junio, “Babel. Ruido y silencio“, convierte lo urbano en una experiencia sensorial que oscila entre el caos y la contemplación.
La muestra, que se presenta en la galería Ginsberg + Tzu bajo la curaduría de Daniel Bernedo, toma como referencia simbólica la Torre de Babel. Pero Tafur no recrea la fábula bíblica: interviene la Babel moderna —las ciudades hiperdensas, los flujos incesantes, la incomunicación— y la traduce en abstracciones que condensan tiempo, espacio y emoción. Pisos, escaleras y techos se convierten en ruinas simbólicas, zonas de tránsito donde se mezclan lo físico y lo espiritual.
Con una técnica que combina óleo, acrílico, grafito y puntillismo, el artista construye superficies densas que invitan a ser observadas de cerca. Cada obra se transforma en un campo de resonancias visuales: pigmentos como recuerdos, manchas como fragmentos narrativos, texturas como palimpsestos emocionales. Tafur llama a su proceso una reconciliación entre “la furia” y “la calma”, entre el impulso gestual y la precisión meticulosa.
“Babel. Ruido y silencio” podrá visitarse hasta el 21 de julio en la galería Ginsberg + Tzu, en Miraflores. En lugar de gritar con colores, Tafur susurra con puntos en esta exposición. Y en ese murmullo persistente —entre capas de pigmento, ciudad y memoria— se revela algo más inquietante: que el verdadero estruendo no está afuera, sino adentro.