
La inestabilidad comenzó tras el denominado “Día de la Liberación” (2 de abril), cuando el presidente estadounidense impuso aranceles a sus socios comerciales. Estas medidas fueron pausadas por 90 días hasta el 9 de julio, con excepción de China, manteniendo la tensión en los mercados.
Aunque el viernes pasado los principales indicadores bursátiles cerraron al alza —el S&P 500 subió 1,81%, el Nasdaq 2,06% y el Dow Jones 1,56%—, los dos primeros registran caídas acumuladas de alrededor del 7% desde el 2 de abril. El 4 de abril, el Nasdaq (que agrupa a las tecnológicas) entró en el ‘Bear Market’ (tras acumular una caída superior al 20% desde su último máximo). Esto, luego de caer alrededor de 6% el 3 y el 4 de abril. El 9 de abril subió 12,2%, su segunda mayor alza diaria de su historia, destaca Luis Eduardo Falen, profesor de Economía en la Universidad del Pacífico.
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“La inestabilidad ha impactado especialmente a las grandes tecnológicas. Estas empresas tienen una fuerte exposición a la cadena de suministros globales, por lo que el anuncio de los aranceles se ha convertido en una preocupación clave para los inversionistas”, señala Falen. “Los aranceles, además de elevar costos, podrían reducir la demanda global y encarecer insumos. Todo esto conllevaría a menores utilidades y márgenes. Si a eso se suman señales de recesión, el golpe sería más profundo. También preocupa la incertidumbre regulatoria y política, que limita la planificación y las inversiones de capital”, agrega.
En el caso de Apple, la dependencia de China para la producción del iPhone la convierte en una de las más expuestas. Nvidia también enfrenta riesgos por los insumos globales. Microsoft, aunque menos vulnerable, se ve arrastrada por la volatilidad del sector. Falen advierte que el impacto no se limitaría a las utilidades, sino también al precio de los productos finales en todo el mundo, debido a la transferencia de los sobrecostos a los consumidores.
Pese a la pausa de 90 días, algunas empresas han tomado decisiones estratégicas. Amazon ha realizado compras anticipadas de inventario y canceló pedidos provenientes de China. Apple, por su parte, ha empezado a trasladar 600 toneladas de iPhones desde India para mitigar el efecto de los aranceles.
Una de las opciones mencionadas por Trump es convertir a EE.UU. en el centro de producción, lo que implicaría que las tecnológicas se trasladen al país. Bruno Ghio, CEO de Allié Family Office y ex presidente de CFA Society Perú, señala que aunque muchas grandes empresas tienen plantas diversificadas para reducir riesgos, no todas tienen capacidad disponible inmediata. “Cambiar de planta toma de dos a tres años, y normalmente se financia con una combinación de 50% de deuda y 50% de capital”, indica.
Para Jorge Ramos, gerente general de BBVA Bolsa, algunas firmas podrían mudarse a países con menores aranceles y otras, optarían por regresar a EE.UU. “Las tecnológicas tienen herramientas y capacidad para adaptarse. Lo importante es encontrar países con menores barreras comerciales y diversificar la producción. Parte del mayor costo podría ser absorbido por sus altos márgenes”, considera.
Desde una perspectiva regional, Juan Carlos Mathews, exministro de Comercio Exterior y Turismo, destaca que se abre una ventana de oportunidades para los países con menores aranceles que deseen integrarse a la cadena de suministros de estas gigantes.
Volatilidad se mantendrá
La volatilidad en el valor de las tecnológicas podría persistir en el corto plazo porque no se puede dimensionar el impacto de los países y productos afectados por los aranceles. Tampoco se conoce con precisión el impacto final de las medidas. “Esta semana han comenzado los anuncios de resultados del primer trimestre. Más allá de las cifras en sí, el mercado estará atento a las proyecciones para lo que resta del año”, apunta Falen.
Ramos coincide en que la volatilidad se mantendrá durante los próximos tres a cinco meses, aunque no con la intensidad de los primeros días tras el anuncio. “La peor parte de la negociación ya pasó. Ahora queda esperar a ver cómo se resuelve el conflicto entre EE.UU. y China. A mediano y largo plazo, podríamos ver efectos tanto negativos —como desaceleración o recesión— como positivos -un crecimiento más saludable-”, concluye.