Martes, Octubre 22

MIRA: “Todo lo que haya que quejarse de la selección es mi responsabilidad”, Fossati, palabra por palabra: ¿Por qué su discurso delata a un Perú frágil

Y cuando se consumó -y nos consumió- el breve período Reynosista, también fueron pocos quienes se opusieron a la opción que apareció en el horizonte. La elección de Jorge Fossati, técnico del Universitario campeón, “era la apuesta más lógica” porque “conocía al jugador peruano”.

Hoy, como suele suceder en momentos desgraciados, pocos asumen el valor de sus palabras y buscan un sinfín de pretextos ante las evidencias del desastre. Porque a pesar del catártico gol de Miguel Araujo, la selección desanima. Duele. Y lo que es peor: es un auténtico desastre.

Sí, es un desastre. No hay otra manera de llamar a un equipo que vive refugiado cerquita de su área, parece prohibido de tirar la pelota hacia adelante, se niega a jugar en corto y le repete armar una pared. Es un Perú amargo, hosco, traidor a su esencia. A ratos se pone picapedrero como el de Cuéllar del 87 (Zambrano es un bebe de pecho al lado de Cedric Vásquez), aunque su ineficacia lo hace más cercano al cuadro triste de Pepe del 89.

Los pedidos de cambio de entrenador no faltaron tras la goleada a manos del desangelado Scratch de Dorival Junior. Que el peor Brasil de los últimos años nos meta cuatro, casi sin despeinarse, antes que indignación, provocó pena. Y la respuesta fácil, sobre todo desde el hincha, es pedir un sustituto para el ‘Nono’.

Fossati, como todo técnico, tiene un librito. Aunque el suyo tiene poquitas hojas (me atrevería a decir -con todo respeto- que además del prólogo y los agradecimientos, no debe tener más de dos). Pretender que alguien con tres décadas en la profesión -y 71 años de edad- cambie su modo de pensar es tan difícil como convencer a la presidenta que vuelva a dar una entrevista. Cuando se decidió contratarlo, se sabía que el 3-5-2 lo llevaba tatuado en la frente. Eran conocidas sus ideas fijas, su libreto corto y sus pocas luces para los replanteamientos.

Por otro lado, ¿alguien en su sano juicio cree que esto lo arregla un nuevo técnico? Lo que estamos viendo es la consecuencia del abandono de décadas en que ha estado sumido nuestro fútbol, situación que no se ha querido enfrentar por la aversión de nuestra casta dirigencial a trabajar pensando en el largo plazo y romper con el statu quo. Ciertos resultados felices, como la clasificación a Rusia, fueron solo un maquillaje para una herida profunda que nunca dejó de sangrar.

En esa perspectiva, la continuidad de Jorge Fossati no debería ni discutirse. Se debe quedar hasta el final. Existen, en cambio, otros temas más importantes que necesitar ser parte de la agenda, como iniciar los cambios estructurales que requiere nuestro balompié. Pero de ello, por supuesto, no se habla en la Videna. Tampoco fuera de ella.

Después, no nos quejemos.

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