Lunes, Octubre 21

Ese es el expresidente Toledo.

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Años después, el caso Ecoteva y la compra de inmuebles en Punta Sal y Camacho pusieron contra las cuerdas a Toledo. El Comercio se puso en contacto con él. Sebastián Ortiz, periodista de Política, llamó al expresidente. Toledo levantó el teléfono, escuchó la pregunta y en una torpe reacción prefirió negarse a sí mismo antes que responder por el informe de la Unidad de Investigación Financiera (UIF). “En este momento está en una reunión. ¿Aló? Está en una reunión”, respondió antes de cortar.

Anteriores socios políticos han relatado algunos excesos del expresidente. La “afición por el trago”, como ha dicho Carlos Bruce, había hecho de Toledo un presidente que se bamboleaba entre los escándalos y las actividades oficiales. Entre el desorden que terminaba en edecanes teniendo que cargar al presidente, un supuesto romance con una agente de la Policía Nacional, y mentiras que eran desbaratadas al corto plazo.

Pero ha sido también el mismo Toledo quien ha puesto en evidencia este comportamiento desordenado, confuso. Era el 2016 cuando Toledo tentaba su retorno a Palacio de Gobierno con Perú Posible. RPP se comunicó con él para que, como otros candidatos, dé cuenta de sus actividades, pero el desconcierto que generó la ilegibilidad de sus respuestas hizo que la llamada tenga que ser cortada a los pocos minutos. Un año antes había declarado a la prensa que recibiría un “premio nobel” en la India.

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Esta figura de Toledo permanece no solo almacenada en plataformas de video y en clips que han sido viralizados entre públicos más jóvenes en redes sociales. También son los sucesos más recordados por esta generación de veinteañeros, quienes ven al expresidente como un personaje, más bien, negligente.

– Toledo y los jóvenes hoy –

¿Cuál recuerdo de Toledo persiste hoy en la memoria de la Generación Z? ¿Quién creen que es para los llamados Centennials? Sofía y Gonzalo tienen 21 años. Son estudiantes universitarios y nacieron en el 2003. Para entonces Toledo habitaba Palacio de Gobierno luego de haber liderado la Marcha de los Cuatro Suyos, una masiva movilización gatillada por el estupor frente a la posibilidad de que Alberto Fujimori llegue, por tercera vez y amañadamente, al poder. “Toledo fue una pieza fundamental en la transición democrática. Encarnó las aspiraciones de muchos peruanos, los padres de estos chicos incluidos. Esa fue la esperanza que encarnó”, recuerda el sociólogo Arturo Maldonado.

Pero esta figura de liderazgo y la oportunidad de consolidación democrática devino en un personaje involucrado en corrupción y sobornos. “Lo que vi en mi infancia con los escándalos, la corrupción que hubo…un gobierno que quizás pudo haber sido bueno se vio manchado por la corrupción”, relata Gonzalo Bedoya, alumno de Comunicaciones y Publicidad de la Universidad Científica del Sur. Sofía Enciso, estudiante de Ciencias Políticas de la UPC, recuerda que aunque era pequeña cuando Toledo era presidente, es un político que conoció cuando se develó el caso Odebrecht y huyó del Perú. Esta es también una de las principales referencias que tiene Gonzalo sobre Toledo, con lo cual su figura es “una decepción”.

Piero Gayozzo es estudiante de Ciencias Políticas en San Marcos y cuenta que Toledo es un personaje lejano entre su círculo de amigos, asociado sobre todo con la corrupción de Odebrecht. A esta figura se le añade una percepción como la de Sofía, quien también considera que Toledo ha tenido “una narrativa bastante cómica”. “Recuerdo cuando mencionó lo del premio nobel. Esos comentarios deslegitimaron sus opiniones. Fue una distorsión”, mencionó. Gonzalo no se limita en señalar que Toledo, quien sería el segundo expresidente en recibir una sentencia, ha generado desesperanza al evidenciarse que “nadie rompe el patrón y no tener algo diferente, un presidente que no termine preso o investigado”.

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Piero es uno de los jóvenes que tiene la imagen de Toledo como un expresidente marcado por sus actitudes. Pero hay otras palabras que vienen a la mente de este grupo de universitarios cuando mencionan al expresidente. “Aprovechado”, “corrupto”, “desorden”. Entre ellos también destaca la desesperanza, sobre todo cuando Gonzalo recuerda que Toledo había liderado una movilización social que lo había puesto del lado de un pueblo que reclamaba no quebrar el sistema democrático.

En el colegio o en la universidad, los tres han esbozado una imagen de Toledo que, más que los hechos anecdócticos, es la síntesis de una clase política corroida por la corrupción. “Hace un ciclo hablamos del rol de los expresidentes y cuando hablamos de Toledo dijimos que formó un caparazón de burla que minimiza los actos que ha tenido. Ese fue el debate. Cómo nos puede dar gracia sabiendo que sigue teniendo vínculos con ese tipo de actos [de corrupción]”, concluyó Sofía. “Toledo es una referencia de la decadencia politica”, consideró Piero.

Para Arturo Maldonado la figura política de Toledo entre las generaciones más jóvenes es una “oportunidad perdida” de aquel momento y lugar indicado. El vértice en el que también reposan las percepciones de Piero, Gonzalo y Sofía. “Para las nuevas generaciones más pesan los aspectos negativos que los positivos. En los negativos, pesan sus frivolidades, mentiras. No solo de él. Ese es el legado lamentable que está dejando Toledo para las nuevas generaciones”, reflexionó.

Toledo enfrenta hoy el segundo juicio más importante de su vida. El primero, el que anida en la memoria, ya lo ha perdido.

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