Antes de sentarse en la mesa de “Yo Soy”, Jely Reátegui tuvo que atravesar algo más desafiante que las luces, los escenarios o la mirada del público: tuvo que vencer la duda. No la ajena, la suya. “Nunca había jugado este rol”, admite. Y sin embargo, aquí está: en su segunda temporada como jurado, más firme y exigente, y con una propuesta tan personal que ya es parte del ADN del programa.
Su llegada al espacio nocturno de Latina fue casi un salto de fe. “Me llamaron justo cuando estaba pensando qué iba a hacer ahora”, recuerda. Dudó un segundo, literalmente uno, y aceptó. Después vino la preparación: clases de canto con Pamela Llosa, revisitar lo aprendido en su formación actoral y entender su propia técnica para poder explicarla.
“Me gusta saber lo que estoy haciendo. He aprendido a articular mejor mis ideas y a dar devoluciones más técnicas, con mucha más conciencia. Mis comentarios no van solo a la voz; me centro en lo actoral, que es lo que más manejo. Este programa también es actuación, es imitación, es un trabajo mucho más completo”, señala.
Su sensibilidad, especialmente al ruido y a las luces, fue su mayor reto en “Yo Soy”. “Al inicio llegaba a mi casa y me temblaba el ojo. Busqué tapones, me hice un test yo misma que arrojó que era una persona altamente sensible”, cuenta. En los primeros conciertos, las luces intensas y el bullicio le provocaban dolor. “Pensé que no lo lograría”, admite.
En un programa donde todo se mira, Jely decidió traer algo que se sienta: un estilo propio de vestimenta, pues lo suyo no es seguir el molde.
“Apenas me propusieron entrar al programa sentí que tenía que venir con una propuesta propia, y me puse como misión que cada look fuese peruano, porque me encanta consumir moda local e independiente. Es un chambón: hay que buscar, probarse, recorrer. Con algunas marcas tengo acuerdos; a veces compro, otras veces me prestan o me regalan piezas”, cuenta. Hay días en que aparece en rosa pastel y otros en colores intensos. “Depende de cómo me despierto. La ropa es una forma de expresarse también”, asiente.

El equilibrio
En “Yo Soy” nadie les impone un estilo, asegura Jely. Para ella, el verdadero desafío fue encontrar la dinámica entre los tres jurados. “Nunca habíamos trabajado juntos, así que al inicio fue confuso”, explica.
Su posición —al centro de la mesa— la obliga a escuchar, equilibrar y contener las energías distintas de Carlos Alcántara y Ricardo Morán.
“Es un programa familiar, y eso te obliga a medir, escuchar, esperar. Al comienzo hablábamos los tres a la vez y era un alboroto. Aprendimos a escucharnos, a escuchar a Franco, a Diana, al público. Hay que estar con los sentidos bien abiertos”.
Altos y bajos
La exposición trae elogios, pero también críticas, y Jely ya aprendió a convivir con ambas. Al principio, confiesa, la desestabilizaban.
“Es proporcional: crece el amor y crece el odio también. Es lo natural. No hay que tomárselo personal. Antes caía en el error de leer los comentarios, ese submundo infernal donde una crítica pesaba más que tres felicitaciones. Siempre iba directo al malo”, admite. “Hoy decidí soltar eso, no leer, no desgastarme, no entregarle mi energía”, sostiene.
Uno de sus momentos más duros llegó hace algunos años, cuando el recordado comentario sobre las puertas —en torno a Angie Arizaga y Nicola Porcella durante “Ven, baila, quinceañera”— desató una ola de críticas inesperada.
“Fue horrible para mí. Me pareció totalmente desproporcionado y desmedido. La reacción en general, incluso de medios, fue demasiado. Yo estaba en mi casa pensando: ‘Bueno, ¿qué voy a hacer?’”. Aquella tormenta la expuso, pero también la fortaleció. Ahora sabe qué mirar… y qué dejar pasar.
Más allá de la televisión
Cuando no está en el set, Jely vive muchas vidas a la vez: actriz, creadora, deportista. Practica pole dance desde hace ocho años, un entrenamiento que transformó su cuerpo y su mente. “Me ayudó también a pararme mejor, a proyectar la voz, a fortalecer la espalda. Es superintegral”, explica. Es su centro.
Está grabando “La Tribu”, la película basada en la obra que protagonizó. “Es hermosa. Bruno Ascenzo la dirige. Ha sido un regalo”. Y también sueña con actuar fuera, con mudarse al campo e involucrarse en las artes plásticas.
Etapa de madurez
Hoy Jely se siente en una etapa de madurez y gratitud. La actriz que dudó varias veces de su vocación, la mujer que se abruma con las luces, hoy se sienta frente a millones para evaluar a otros… y, sin querer, terminar de encontrarse a sí misma.
Además…
“Yo soy” se emite de lunes a sábado a la 9: 00 p.m. vía Latina.




