Sábado, Septiembre 21

Cuando Marco Antonio Muñiz Rivera [Su padre le puso ese nombre en honor al cantante mexicano Marco Antonio Muñiz Vega], de 56 años, llegó al Perú, ya había cantado “Vivir lo nuestro” en la Combinación Perfecta de RMM al lado de la India, también había lanzado su disco debut de salsa: “Otra nota” (1993); pero aún la fama le era indiferente.

El empresario musical José Castillo, quien en ese entonces era gerente de artistas y repertorio de la compañía discográfica RMM-Perú, con la que Marc Anthony grabó “Otra nota”, convencido de su talento, decidió traer al joven neoyorquino para impulsar su carrera. Como parte de su recorrido promocional lo llevó a la Teletón.

Lo recogí del aeropuerto y lo llevé directamente al Coliseo Dibós, donde se estaba haciendo la Teletón. Vino con su manager, David Maldonado (representante de estrellas salseras como Héctor Lavoe, Eddie Pamieri y Rubén Blades). Después organizamos una gira de promoción. Cantó en Ancón con una orquesta y en otros lugares. No cobró absolutamente nada; solo cubrimos los viáticos para dos personas: comida, hotel y transporte. El Perú fue el primer país que apostó por él”, recuerda Castillo con satisfacción.

El reconocido intérprete de éxitos como “Vivir mi vida”, “Tu amor me hace bien”, “Flor pálida” y “Qué precio tiene el cielo” fue el invitado internacional en el evento benéfico peruano. Su actuación estaba prevista para el intermedio de una secuencia llamada El Bailetón.

A cada rato éramos interrumpidos por el productor de ese concurso de baile, el actor Carlos Vértiz, quien sudaba la gota gorda de preocupación: ‘¿A qué hora llegará ese tal Marc Anthony? ¿Tú lo conoces? ¿Por qué demora tanto?’. Pasada la medianoche y ante una nueva insistencia de Vértiz, le dijimos: ‘Hace rato que está ahí mirándote’”, narra Agustín Pérez Aldave, quien entonces era periodista del diario Expreso. Actualmente es director de prensa y cultura de la APDAYC.

Marc estaba parado a mi costado, esperando que lo llamen para que cante. En ese momento viene el asistente de Laura Bozzo, y me pregunta por mi artista. Sentí una vergüenza tremenda porque no lo reconoció”, comenta Jano Mejía. Él era jefe de promociones de RMM, actualmente es gerente general de TropiMusic.

Marc Anthony cantó a pesar del incómodo momento y el público aplaudió tímidamente. Pero el malestar del salsero y de su manager se evidenció cuando la televisora cortó la transmisión de su participación.

David Maldonado nos dijo con fastidio: ‘“Brother, no entiendo. Él es una estrella y he visto que su presentación no ha sido transmitida por completo’. Esta situación se repetiría en sus otras apariciones en la Teletón”, comenta al respecto Pérez Aldave.

Subestimaron su gran talento

Cuando se anunció la participación del salsero de raíces puertorriqueñas en la Teletón, un diario calificó su inclusión como un desatino, argumentando que era un artista desconocido, y reemplazaron su fotografía con un signo de interrogación, subestimando lo que más tarde se convertiría en una de las estrellas más grandes de la música latina.

Nosotros a nivel disquera propusimos un artista con talento y proyección, pero lamentablemente eso no se tomó en cuenta”, destaca Jano.

Al día siguiente, un domingo, la disquera organizó una conferencia de prensa para Marc Anthony en un restaurante, ahora desaparecido, del Óvalo Gutiérrez, en Miraflores. Para sorpresa de todos, solo un periodista acudió a la invitación.

A la conferencia que hice solo llegó Agustín”, detalla Jano. “Sentí vergüenza cuando al ingresar, algo tarde por cierto, comprobé que era el único periodista presente. Conversé con él, le hice fotos, y luego salimos a caminar”, relata Agustín.

Caminamos bastante con todo el equipo. De vez en cuando, Marc ensayaba los remates de sus soneos. Venía de México, donde había dado un concierto con Celia Cruz y David Byrne. Al llegar al Puente Villena en Miraflores, una niña se le acercó y le dijo que lo había visto en la tele y que había cantado muy bonito. Él, amablemente, le agradeció. Al asomarse por el puente, Marc sintió algo de vértigo y comentó lo curioso que era que las barandas eran tan bajas. Cuando le sugerimos que probara el puenting, ya no quiso quedarse [ríe]. Luego nos dirigimos a la Bajada de los Baños en Barranco, un lugar que le encantó y que comentó sería perfecto para grabar un video”, añade con entusiasmo.

En aquella ocasión, el Flaco de Oro se alojó en el Hotel Pardo de Miraflores, un espacio modesto para quien años después sería una leyenda de la música. La disquera que lo había traído consiguió el hospedaje a través de un canje.

Conseguimos habitaciones para él y su manager, y como disfrutaba de la cerveza peruana, compartimos muchos vasos y largas conversaciones. En una de esas charlas, le pregunté cuál era su mayor sueño. Me dijo que deseaba llegar al punto en que la fama no le permitiera caminar por Nueva York. Y vaya que lo consiguió. Luego, me devolvió la pregunta, y le respondí que mi sueño era organizar grandes conciertos. Yo también logré el mío [ríe]. Marc me contaba que quería venir a la Feria del Hogar y tocar en la Máquina del Sabor. Y eso, también, lo cumplió”, recuerda Mejía con satisfacción.

Dos años después, en marzo de 1995, Marc Anthony vino con su banda para presentarse en un local de la avenida Venezuela y La Isla del Paraíso de La Perla. En este último interpretó los clásicos: “Aguanilé” de Héctor Lavoe y “Trucutú” de Tommy Olivencia; además de “Make It With You”.

Siempre fue humilde, créeme. En esa época tuvimos una comunicación cercana: Yo lo llamaba a su casa, y él también me llamaba a la mía”, recuerda Jano, con nostalgia por una cercanía que dejó huella en su vida. Hoy, Marc Anthony, con más de 50 éxitos número uno en Billboard, cuatro Premios Grammy, nueve Grammy Latinos, 24 Premios Lo Nuestro y una estrella en el Paseo de la Fama, es un astro inalcanzable, pero, a la vez, terrenal.

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