Aunque el ministro de Salud, Luis Quiroz Avilés, afirmó que no existe una emergencia sanitaria y que las cifras de muertes corresponden al consolidado desde enero, sí se trata de un considerable aumento respecto al 2024, cuanto se registraron apenas 2 muertes por tos ferina, o del 2023 cuando fueron 6 defunciones.
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Quiroz ha asegurado que en los últimos meses se ha intensificado la cobertura de vacunación para proteger a la población infantil. La máxima autoridad de salud precisó que en junio se transfirieron 6.5 millones de soles para la provincia Datem del Marañón y, en diciembre, 4.5 millones adicionales a través del SIS.
“Además, hemos destinado 200 mil soles para gastos operativos directos de las brigadas: combustible, movilidad fluvial, logística. La respuesta está financiada y está caminando”, dijo.

Sin embargo, si bien la mayor cantidad de muertes por esta enfermedad se registró en Loreto, también hubo casos en Lima (5), Ucayali (2), Cusco (2), Cajamarca (2), San Martín (1), Madre de Dios (1) y Puno (1).
De acuerdo al Repositorio Único Nacional de Información en Salud del Minsa la aplicación de la vacuna para gestantes Tdap (que protege contra el tétanos, difteria y tos ferina) se encuentra al 82.4% a nivel nacional, mientras que el primer refuerzo infantil del DPT (Difteria, Pertussis o tos ferina, Tétanos) tiene una cobertura del 75.1%. Si solo se considera Loreto, el alcance de esta última es de 64.7% y del segundo refuerzo del 59.8%, menos de lo esperado para estar próximos a terminar el año.

La protección contra la difteria también es clave. El Minsa reporta 19 muertos por esta enfermedad en el país, con 52 casos, más del doble reportado el año anterior. En el 2024 fallecieron 9 personas por difteria
Retos de salud
Mientras los casos de tos ferina aumentaron en 1.800% (de 253 en el 2024 a 4.812 este año) la preocupación también se ha centrado en el aumento de casos de la tuberculosis – Perú fue incluido en la lista de la OMS de países con alta carga de TBC multirresistente/resistente al tratamiento (MDR/RRTB)– y, más recientemente, la llegada de los primeros casos en el Perú de la influenza A H3N2 subclado K.
Sobre esta última, César Munayco, director del Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades (CDC), explicó que la influenza A H3N2 subclado K está circulando desde agosto. Se originó entre Estados Unidos y Australia y actualmente ha sido identificado en, al menos, 32 países. Aunque no existe riesgo de pandemia, el especialista recordó a la población seguir las medidas de prevención para contagios por virus respiratorios: ventilación, lavado de manos y mascarilla solo en caso de cuadros respiratorios.

Ante esta situación, ¿el Perú puede atender correctamente una emergencia sanitaria?
El Dr. Pedro Riega, decano del Colegio Médico del Perú, indica que el país está “parcialmente preparado” porque existe experiencia y mejoras en los sistema de vigilancia. El problema es la debilidad estructural que se refleja en la baja y desigual cobertura de vacunación: “En el caso de la tos ferina, su reemergencia muestra que cuando se interrumpe la continuidad de la vacunación, el sistema responde tarde y los casos llegan más graves, especialmente en niños pequeños. Con la influenza ocurre algo similar: la vacuna existe, los antivirales existen, pero si no llegan a tiempo o no se aplican de manera sostenida, los establecimientos se saturan en pocas semanas”, dijo a El Comercio.

Con él coincide el exministro de Salud Oscar Ugarte quien añade que las bajas cobertura de vacunación se desprenden de un descuido en el primer nivel de atención: “Antes se llegaba a las zonas alejadas de la selva y las zonas altoandinas a través de brigadas especiales que se transportaban por tierra, río y vía aérea. Es un tema de gestión del Ministerio de Salud que no debe delegar sus responsabilidades a los gobiernos regionales”, expresó.
Si bien se requiere una vigilancia a las enfermedades prevenibles por vacunas, como sarampión o difteria, que han reaparecido en la región –Bolivia, por ejemplo, enfrenta el mayor brote de sarampión en dos décadas con más de 500 casos a diciembre–, también existen riesgos con las enfermedades transmitidas por vectores, como el dengue, que cada año ponen a prueba la capacidad del sistema, y los cuadros respiratorios estacionales, donde confluyen influenza, COVID-19 y virus sincitial respiratorio.
“Lo más importante son de las enfermedades no transmisibles que hacen perder años de vida saludable. Hablamos de la diabetes, hipertensión, cáncer, enfermedades de salud mental. Eso es prevención en el primer nivel de atención”, añade Ugarte.
Ante un año electoral, Riega insta a los candidatos y futuras autoridades a presentar propuestas claras y medibles. “En salud pública, eso significa compromisos concretos para recuperar la capacidad técnica con base en una carrera pública basada en el mérito, que permita fortalecer procesos clave de la salud pública como la vacunación, mejorar el primer nivel de atención y garantizar la preparación ante emergencias sanitarias”, dijo.
Otra deuda es la política de protección del acto médico, añade Riega: “No se puede garantizar excelencia clínica en contextos de carencia estructural y luego responsabilizar individualmente al profesional por fallas del sistema”.

Ugarte enfatiza en que una mejora al primer nivel de atención en zonas vulnerables también debe incluir la ampliación de las plazas de Serums, junto con inversión en infraestructura, equipos y medicamentos. “El año pasado postularon 30 mil para 10 mil plazas de Serums. Pero no queda ahí. Es mucho más rentable construir establecimientos de salud de primer nivel bien equipados. Así habrá menos necesidad de trasladar al paciente a los hospitales, salvo casos estrictamente necesarios”, agrego Ugarte.
A seis años de la pandemia, los especialistas advierten que la implementación de camas u oxígeno, clave para enfrentar las sucesivas olas de covid.19, fue un avance interrumpido que perdió fuerza ante a un sistema de atención primaria disminuido. Riega lo resume así: “Las emergencias sanitarias no se resuelven solo en hospitales, sino con prevención, un primer nivel de atención fuerte y con la confianza de la población en el sistema de salud. Si esos pilares no se refuerzan, el país seguirá reaccionando tarde frente a problemas que podrían anticiparse”.













