Vencido el plazo de solicitud de inscripciones de candidaturas presidenciales, podría decirse que se ha dado inicio la campaña electoral y que el 12 de abril del próximo año será clave no solo para la supervivencia de varias de las agrupaciones políticas registradas, sino también para conocer la tendencia y el rumbo que podría tomar el país.
No hay que ser un agudo analista para concluir que el electorado está esperando por el candidato o candidata que le asegure que erradicará la delincuencia. Lo peligroso pareciera ser que para los electores no importa el cómo sino el cuándo.
Y es en esa desesperación colectiva que no es de extrañar que, según la última encuesta de Datum para El Comercio, el 48% de los entrevistados asegure que el país necesita un político con mano dura.
Por eso no es de extrañar candidaturas como las de los congresistas José Williams y Roberto Chiabra. El primero, jefe del Comando Chavín de Huantar que rescató a los rehenes de la residencia del embajador de Japón, y el segundo, general que lideró acciones durante el conflicto con el Ecuador en 1995. Pareciera que los candidatos están convencidos de que los peruanos siguen asociando la “mano dura” al uniforme militar.
Williams, hombre de pocas palabras, centra su discurso en el “rescate al Perú” con un “cambio a la fuerza”. Entre los planteamientos en materia de seguridad, Avanza País, el partido del general, propone un shock de seguridad con detenciones masivas, penas agravadas, jueces y fiscales sin rostro, juicios sumarios y centros de detención temporal tipo prisioneros de guerra. Las propuestas chocan con los pactos internacionales que el Perú ha suscrito.
Desde Renovación Popular, el foco también es la seguridad y los jueces sin rostro figuran como uno de los puntos centrales. La diferencia es que el partido celesta plantea la salida del Perú de la competencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, lo cual toma dos años.
Pero lo que no se dice es que quien resulte elegido deberá tener un número significativo de senadores y diputados para poder hacer realidad sus promesas, y será muy difícil si se tiene en cuenta que son 36 las candidaturas presidenciales con sus respectivas listas a diputados y senadores.
El problema no son las propuestas en sí mismas, sino las expectativas que estas generan en una población ávida de soluciones y cansada del miedo de salir a la calle sin saber si va a regresar viva a casa.
Los planteamientos en el papel y en los planes de gobierno pueden entusiasmar a más de uno, pero si no se aplican en los primeros cien días, se convertirían en un búmeran. No hay que olvidar que quien gane las elecciones no tendrá un período de “luna de miel”; parece que esa etapa ya la está quemando el muy mediático presidente José Jerí.
El país necesita soluciones eficaces y un período de tranquilidad después de años erráticos.
No se puede jugar con las expectativas de millones de peruanos.













