El consumo masivo en los hogares peruanos mantuvo una trayectoria positiva durante el 2025 y todo apunta a que cerrará el año con crecimientos. Para Worldpanel by Numerator, su avance se ubicaría alrededor del 2%; un resultado que, si bien es moderado, refleja una recuperación sostenida del gasto cotidiano.
“Lo que estamos visualizando para el cierre de este año es que el consumo masivo se mantenga en terreno positivo, alrededor del 2%, apoyado en gran medida por las liberaciones de los fondos de pensiones de las AFP”, señaló Mauricio Cheng Matsuno, gerente general de Worldpanel by Numerator.
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A este impulso se suma el desempeño del mercado laboral. Según cifras del Instituto de Economía y Desarrollo Empresarial (Iedep) de la Cámara de Comercio de Lima (CCL), el consumo viene creciendo a tasas trimestrales superiores al 3,6% durante el año, con una proyección de 3,2% para el último trimestre. “No solo tenemos inflación baja, sino un empleo formal privado que crece en promedio 6,2% mensual y una masa salarial que avanza 9% en términos reales”, explicó Oscar Chávez, jefe del Instituto de Economía y Desarrollo Empresarial de la CCL.
Este mayor poder adquisitivo, reforzado por ingresos extraordinarios como la AFP, la CTS y gratificaciones, se ha traducido en un mayor dinamismo del gasto, especialmente en alimentos y bebidas, que concentran más del 56% del consumo masivo de los hogares, según el Iedep.

Proyección 2026: crecimiento moderado, pero sostenido
Las perspectivas para el 2026 siguen siendo positivas, aunque con un ritmo más contenido. Worldpanel by Numerator estima que el consumo podría crecer entre 2% y 3%, impulsado en los primeros meses del año por una mayor liquidez asociada a los retiros de AFP y el efecto del incremento de la UIT.
“Creemos que el inicio del 2026, incluso parte del segundo trimestre, va a tener un impulso por estas liberaciones, pero luego el consumo tenderá a normalizarse”, advirtió Cheng Matsuno.
Desde la CCL, la proyección de crecimiento económico para el 2026 es de 3,1%, ligeramente por debajo del 2025, pero suficiente para sostener el consumo privado. “Mientras el empleo formal siga creciendo, el consumo se va a mantener”, apuntó Chávez, aunque reconoce que el proceso electoral podría afectar el ritmo de contratación y las decisiones de inversión hacia la segunda mitad del año.

Perfil de consumidor y formatos
Más allá de las cifras, el rasgo que define al consumidor peruano es su resiliencia. Los especialistas coinciden en que se trata de un comprador cada vez más planificado, que prioriza lo esencial, pero sin renunciar por completo a pequeños gustos.
“El consumidor peruano es resiliente y busca permanentemente la mejor ecuación entre precio y valor para su hogar”, resumió Cheng Matsuno. Esta racionalidad se refleja en una compra más intencional, enfocada en categorías no negociables como alimentos, salud, vivienda y servicios básicos.
José Oropeza, director general de Impronta Research, añadió que, aunque existe mayor optimismo, el patrón dominante sigue siendo la reposición y no el almacenamiento. “Somos una sociedad con una clara misión de compra orientada a reponer. Solo en campañas puntuales, como octubre o diciembre, se modifican algunos comportamientos”, explicó.
De cara al 2026, el contexto electoral introduce el factor cautela. “El ruido político suele ralentizar el consumo, sobre todo en el primer trimestre”, señaló Oropeza. Sin embargo, destaca una fortaleza estructural: “El peruano se hace cargo de su economía familiar; un 27% buscaría una segunda fuente de ingreso para enfrentar cualquier ajuste en su presupuesto”, precisó.

Por otro lado, una de las tendencias más claras del consumo masivo es el crecimiento de los formatos pequeños y de las marcas blancas. Este fenómeno responde tanto a cambios en la composición de los hogares —cada vez más unipersonales o de dos integrantes— como a una búsqueda consciente de optimización del gasto.
“Los formatos pequeños vienen tomando relevancia por cómo están compuestos hoy los hogares y por una compra más intencional, donde el consumidor identifica marcas más económicas para luego destinar su excedente a productos de mayor valor”, explicó Cheng Matsuno.
Las marcas blancas también se consolidan como una alternativa atractiva. “Cuando el consumidor no encuentra una gran diferencia en calidad, la marca blanca es una muy buena opción”, sostuvo Chávez. Esta tendencia ya no se limita a alimentos, sino que se extiende a categorías como cuidado personal, belleza y productos para el hogar.
Para Oropeza, la clave está en la innovación. “El panetón en tajadas es un claro ejemplo de cómo se puede desestacionalizar una categoría y adaptarse mejor a las nuevas formas de consumo”, apuntó.
Más canales, más convivencia
El crecimiento del consumo también ha venido acompañado de una mayor convivencia entre canales. Hoy, un hogar peruano puede visitar hasta ocho canales distintos en un trimestre, combinando bodegas, mercados, supermercados, ‘discounters’, tiendas de conveniencia y comercio electrónico.
“El canal moderno está ganando lealtad, el ‘discounter’ alcanza ya al 78% de los hogares y el canal tradicional sigue siendo clave, con las bodegas y mercados concentrando más del 60% del gasto”, detalló Cheng Matsuno.

El canal digital, aunque aún tiene una penetración de 36% en consumo masivo, muestra un fuerte potencial, especialmente en los niveles socioeconómicos altos, donde llega al 62%. Además, factores como la inseguridad han acelerado su adopción. “Algunos consumidores reducen visitas a centros comerciales, pero no dejan de comprar; simplemente migran al canal online”, señaló Chávez.
De cara al 2026, los especialistas no esperan que un canal desplace a otro, sino que se profundice esta lógica de omnicanalidad, donde el consumidor elige según conveniencia, precio y ocasión de consumo.













