El presidente José Jerí concluye el 2025 con una aprobación ciudadana del 55%, lo que representa a su vez una caída de tres puntos porcentuales respecto de noviembre, en el primer estudio sobre su popularidad tras haber asumido el poder. En paralelo, el rechazo a su gestión aumentó del 30% al 33%, según la más reciente encuesta de Datum Internacional para El Comercio.
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A nivel regional, las variaciones más significativas se registraron en el norte del país, donde la aprobación al mandatario descendió once puntos porcentuales (de 63% a 52%); así como en el sur, donde cayó siete puntos (de 46% a 39%). En el resto del país, el respaldo al gobierno interino no mostró mayores diferencias en el último mes.
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En el mismo período, la aprobación del jefe del Gabinete, Ernesto Álvarez, registró una ligera caída, del 23% al 22%. Y si bien se redujo el porcentaje de rechazo en cuatro puntos porcentuales, este descenso no se tradujo en respaldo, sino en un aumento del grupo de indecisos, que pasó del 28% al 33%. En esa misma línea, a poco más de dos meses de iniciado la nueva gestión, los titulares del MEF y del Mininter tampoco superan el 23% de aprobación.

Por otro lado, el presidente del Congreso, Fernando Rospigliosi, registra un 19% de aprobación y un 61% de rechazo. En tanto, el alcalde de Lima, Renzo Reggiardo, tiene un 47% de popularidad, lo que representa tres puntos más que en noviembre. Sin embargo, su desaprobación también aumentó, al pasar de 36% a 38%.
Análisis…
Capital político, por Urpi Torrado*
José Jerí mantiene una aprobación mayoritaria que lo ubica entre los presidentes mejor evaluados de la región, aunque sin alcanzar los niveles de popularidad de líderes como Nayib Bukele, en El Salvador; o Claudia Sheinbaum, en México. En el contexto regional, el mandatario peruano se sitúa inmediatamente después, con un respaldo ciudadano que, sin ser excepcional, resulta significativo y le otorga un capital político relevante, tanto para conducir la transición como para impulsar los cambios que una parte de la ciudadanía demanda.
No obstante, esta nueva medición muestra una ligera caída en la aprobación presidencial tras dos meses de gestión. Si bien este resultado aislado no permite hablar aún de una tendencia, sí introduce matices relevantes en la evaluación al gobierno. El respaldo ciudadano no es homogéneo y presenta diferencias claras según grupos etarios y regiones del país.
La aprobación es mayor entre los jóvenes de 18 a 24 años, con un 61%, y disminuye conforme avanza la edad, hasta llegar al 48% entre quienes tienen de 55 a 70 años. Esta brecha generacional se explica, en parte, por el estilo comunicacional del presidente y su mayor presencia en redes sociales, que conecta mejor con los jóvenes, frente al escepticismo acumulado de los grupos de mayor edad, marcado por repetidas decepciones políticas y promesas incumplidas.
Las diferencias también son evidentes en el ámbito regional. Lima se consolida como la plaza más favorable para la gestión presidencial, con una aprobación del 63%. El sur del país se muestra como la región más crítica, donde el respaldo cae al 39%. Este contraste refleja tensiones estructurales vinculadas a la percepción de centralismo y distancia con el poder político, factores que han condicionado el comportamiento electoral y la legitimidad del Estado en los últimos años.
La evaluación al Gabinete abre un capítulo aparte. Aunque los ministros superan a sus antecesores en aprobación, su popularidad no llega a la mitad de la del presidente y aún carecen de visibilidad y reconocimiento propio, lo que representa un desafío para la gestión.
*Urpi Torrado es CEO de Datum Internacional

Puntos de vista
A juicio del analista político Enrique Castillo, las cifras resultan previsibles en la medida en que cuando un jefe de gobierno hace alarde de un plan de autoridad y de mano dura, pero no muestra resultados y, por el contrario, la situación empeora, “es natural que se genere decepción entre la ciudadanía y un sentimiento de frustración que, con el tiempo, va dando lugar a reclamos”.
Castillo remarcó que Jerí “generó una expectativa más asociada al efectismo que a la eficacia real” y que ese enfoque “le está pasando la factura”. En su opinión, la gestión ha estado marcada por gestos y acciones aisladas, sin una estrategia clara para enfrentar la inseguridad, lo que, en su mirada, ha dado inicio a un desencanto ciudadano.
Por su parte, el analista político Pedro Tenorio señaló que las cifras evidencian que la curva ascendente de la popularidad presidencial se ha detenido.
Y si bien la caída aún se encuentra dentro del margen de error, el mandatario ha dejado de sumar simpatías y empieza a enfrentar un juicio más crítico sobre sus actos de gestión por parte de la ciudadanía. “La comunicación no reemplaza la gestión, y eso es lo que empieza a exigir la población”, afirmó.
Remarcó que sin avances tangibles -como una reducción de la criminalidad, mayor patrullaje y capturas relevantes-, la inseguridad ciudadana continuará erosionando la credibilidad del gobierno y afectando sus niveles de aprobación. “El país exige resultados y menos palabrería”, remarcó.














