La apariencia de una mantis puede cambiar siete veces a lo largo de su vida. Una pequeña abeja, azul y brillante, carece de olor propio, pero toma la fragancia de la orquídea que rasca cuidadosamente con sus patas delanteras. Las hojas de bromelias son las camas preferidas de una familia de osos de anteojos y las pequeñas mariposas flama pueden posarse sin ningún temor sobre los ojos del caimán negro, el depredador más grande de la Amazonía, para beber sus lágrimas. Quizás no lejos de ahí, un movedizo agutí negro atrapa los cocos de castaña que algún mono uacarí calvo ha dejado caer al suelo y gracias a su potente dentadura los abre sin dificultad para comer en su interior. Luego, entierra algunos de ellos para comer después, pero como es olvidadizo no los encuentra jamás. Estas semillas se convertirán con el tiempo en nuevos y gigantescos árboles.
MIRA: El manuscrito de una amistad
Estas son solo algunas escenas de las setenta historias que la escritora Micaela Chirif, la bióloga Silvia Lazzarino y la artista Loreto Salinas han recreado en “Vida y costumbres de los animales de la Amazonía”, un libro ilustrado que reproduce toda la magia del maravilloso pero frágil ecosistema de la selva sudamericana. En sus páginas puede verse cómo insectos, mamíferos, felinos, roedores, reptiles, ofidios, aves y peces interactúan entre sí en un orden natural, en el que cada especie resulta vital para el desarrollo de las demás y para la sostenibilidad del planeta mismo. Como describe muy bien Chirif, en la introducción del volumen, “ahí la vida empieza, crece, trepa, salta, respira, se estira, ataca, pelea, huye, canta, gruñe, nada, vuela, termina y vuelve a empezar de mil y una formas”.
En la selva no hay fronteras
El primer reto de las autoras fue seleccionar entre la enorme fauna amazónica los animales que serían representados en el libro. “Quisimos que hubiera la mayor diversidad posible —dice Micaela Chirif—, por ejemplo, no podían faltar los animales que todos conocemos como un jaguar o una piraña, pero al mismo tiempo buscamos introducir otros desconocidos. Como hicimos una división de siete hábitats, entonces debía haber un equilibrio de animales en cada uno de estos espacios y nos interesaba mostrar, además, que todos estuvieran interrelacionados”.
Para contar brevemente la vida de cada animal, las autoras hicieron un riguroso trabajo de investigación: revisaron decenas de libros, informes, artículos científicos, páginas web, documentales, películas y fotografías. Además, Lazzarino y Salinas viajaron una temporada a Tambopata y la selva de Ecuador para tomar apuntes y conocer mejor los ecosistemas que iban a retratar en el libro.
“Trabajamos las tres todo el tiempo como equipo —cuenta Chirif—, pero cada una haciendo hincapié en su labor. La primera etapa fue, fundamentalmente, de investigación, luego vino el proceso de escritura. Yo tenía unas fichas muy científicas, muy de dato duro, y la pregunta que me hice fue cómo transformar esto en algo literariamente atractivo. Fue difícil porque si bien había mucha información de algunos animales, de otros había solo tres o cuatro datos sueltos. Entonces, fue como lidiar con esos dos extremos”.
Uno de esos extremos que menciona Chirif es el del saltamontes payaso, cuya misteriosa vida está contada a base de preguntas: “¿Cuándo duerme? ¿A qué hora se despierta? ¿Dónde pone sus huevos? ¿Cuánto tiempo vive? ¿Hace algún sonido?”.
En el caso de las ilustraciones, Loreto Salinas buscó no solo retratar a cada animal, sino también reproducir el hábitat en el que se desarrolla: los bosques nubosos, los ríos, la llanura amazónica, la copa de los árboles, algo relevante si pensamos que la Amazonía es una región que concentra la mayor biodiversidad del planeta, un lugar donde se liquidan las fronteras de los nueve países que la conforman y cada especie crea su propio mundo y espacio vital.
Bajo amenaza
Pero más allá de ilustrarnos sobre la vida animal, el libro llama la atención también sobre el estado vulnerable en que se encuentra cada especie, de acuerdo a la lista de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN por sus siglas en inglés). Si bien buena parte de los animales elegidos están en la categoría NC (preocupación menor), existen otros vulnerables como el manatí del Amazonas, el pez dorado, el oso de anteojos, el mono araña negro, el águila arpía, el tití pigmeo, el tapir o la taricaya. “Muchas veces a nivel regional ese estado de conservación puede ser peor —precisa Chirif—. Si el animal solo vive en la Amazonía el dato puede ser más certero, pero hay otros como el jaguar que habitan desde México hasta más abajo de la selva amazónica, entonces hay que buscar país por país para ver específicamente su condición”.
Para nadie es un secreto que la Amazonía es hoy un territorio amenazado por la actividad humana, desde la caza furtiva y la tala indiscriminada, hasta acciones tan devastadoras como la minería ilegal. “No nos damos cuenta —agrega la autora— que nuestra propia existencia depende de la supervivencia de toda la vida en general, el problema es que no se toman decisiones porque hay muchos intereses económicos en juego, pero yo me pregunto de qué nos va a servir el dinero cuando no haya agua o el aire esté contaminado”.
En este escenario, el drama de estos animales se vuelve cotidiano. En el libro, se imagina la historia de dos familias de micos nocturnos que no pueden encontrarse debido a la deforestación del bosque. Si uno de los grupos intenta cruzar esos espacios sin árboles que lo separan del otro, quedaría tan expuesto a los depredadores que nunca llegaría a su destino.
«Vida y costumbres de los animales de la Amazonía»
Autoras: Micaela Chirif, Silvia Lazzarino y Loreto Salinas
Editorial: Planeta
111 págs.











