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“Tenía muchas ganas de ir, pero mi asociación no apoyaba a todos. Apoyó más que a cinco hombres, pero a ni una sola mujer”, comenta Micaella en el gimnasio del club Monsters, en Miraflores, donde entrena y capacita a otros jóvenes en esta disciplina. Cuenta se costeó el viaje vendiendo rifas, haciendo shows infantiles y con el apoyo clave de GV Producciones, entre otras empresas.
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Ya en la competencia, cerraba los ojos y se ponía a rezar. “Era lo que hacía antes de cada enfrentamiento. No sé si ustedes creen en Dios, pero yo rezaba y decía: ‘Dios mío, por favor, ayúdame, dame fuerzas. Si me voy a partir el brazo, que me lo parta, pero ganando’”, cuenta la deportista. Felizmente, no fue necesario que ello ocurriera para demostrar que era la mejor.
BUEN PULSO
La lucha de brazos (o ‘armwrestling’, como se llama internacionalmente) no tiene aún mucha visibilidad en el Perú, pero Micaela se está encargando de cambiar eso con cada medalla, con cada aparición en televisión y con cada video que se viraliza en Tiktok donde deja en claro que no hay rival que le aguante un round.
Se trata de una disciplina en la que dos competidores se enfrentan apoyando un codo sobre la mesa para llevar la mano del oponente hacia un área designada y vencer su resistencia. Aunque a simple vista parece solo cuestión de fuerza bruta, esta actividad exige técnica de palanca, control del cuerpo, velocidad de reacción y estrategia.
La campeona recuerda que eligió este deporte porque no se sentía a gusto consigo misma. “Era bien flaquita, pesaba 45 kg. Entonces, empecé a entrenar para cambiar mi físico y tener un cuerpo que me guste, que me agrade, para no sentirme tan mal”, afirma.

En ese proceso ha sido fundamental el apoyo que ha recibido de su novio, Jefferson Santillán, quien la motivó a incursionar en este deporte y hoy es su entrenador. “Él me ayudó a crecer y ganar todas las medallas que tengo. Me enseñó que con esfuerzo se puede lograr hasta lo más inimaginable”.
Su objetivo ahora es el Mundial de Bulgaria 2025. Pero el sueño de ser campeona mundial podría esfumarse si no consigue los fondos que requiere para viajar. “Estoy pensando vender las cosas de mis shows infantiles para poder ir”, ríe Micaella.
La deportista sabe que, ante las dificultades, lo mejor es poner buena cara, pero sin bajar la guardia. Porque a Micaela Ferca no le gana nadie: ni el cansancio, ni los prejuicios, ni la falta de recursos. “Lo último que voy a hacer es rendirme. Voy a seguir tocando puertas y hacer todo lo necesario para regalarle una alegría al Perú”, concluye. //
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