
El rock hecho por mujeres en el Perú siempre estuvo presente, aunque no siempre con la misma visibilidad. Hubo momentos de auge y otros de aparente ausencia en conciertos y escenarios. Sin embargo, con años de esfuerzo y dedicación, ellas fueron construyendo sus carreras en distintas épocas, pero con la misma convicción de siempre: hacer música sin concesiones.
“La presencia femenina en el rock siempre tuvo sus altibajos. Hubo épocas en las que éramos muchas, luego vino la ola de solistas y, después, regresó la tendencia de las bandas. Todo es cíclico y nosotras siempre prevalecemos”, afirma Claudia Maúrtua, vocalista de Ni Voz Ni Voto.
Para su colega Diana Foronda, vocalista de Área 7, este fenómeno no es exclusivo de las mujeres, sino un reflejo de la escena en general. “Había días de abundancia y otros de sequía, donde apenas salíamos de casa a tocar. Incluso aprovechábamos algunos minutos en el Huaralino para hacer música. Hoy, un festival nos convoca en un horario privilegiado, esto es un lujo”, comenta la artista.
Rompiendo el silencio
Escuchar rock en el Perú nunca fue tarea sencilla, y mucho menos para quienes buscaban referentes femeninos. La falta de difusión y el escaso reconocimiento a las mujeres en la escena nacional hacían que encontrar modelos a seguir fuera casi imposible. Aunque existieron proyectos como Salón Dada, María T-Ta o Delirios Krónicos, muchos quedaron relegados al olvido sin la oportunidad de consolidarse.
“En esos tiempos, para las artistas nacionales, buscar referentes femeninos era mirar al extranjero. Lo más rockero que recuerdo era escuchar a Gloria Trevi, Yuri o Ana Gabriel. Incluso mi ídolo rock se convirtió en Raffaella Carrà, porque rompía los moldes. Ella me inspiró demasiado”, recuerda Maúrtua.

Sin un camino trazado, cada una tuvo que abrirse paso a su manera, sin manuales ni predecesoras visibles en la escena local. Con el tiempo, ellas mismas se convirtieron en lo que no tuvieron: mujeres en el rock peruano con una carrera sostenida y un público que las sigue.
“Soy una chica del siglo pasado a la que le gustan los conciertos íntimos y cerrados, con su buena dosis de energía. En algún momento fui la chibola que tocaba con músicos mayores y aprendía de ellos. Hoy soy la señora a quien recurren por sabiduría en la escena del rock. Es parte de la vida, de las aventuras y de una lucha que no para”, reflexiona Sandra Requena, vocalista de Atómica.

Ese camino no solo se labró con el tiempo, sino con los retos que fueron apareciendo en el proceso. “Desarrollé un miedo a tocar en espacios pequeños porque, además de que son íntimos, los haters siempre aprovechan para hablar de tu físico: que si estás más gordita o si te ves más vieja. Eso no debería ocurrir, pero si te quedas con la idea de que una mujer no puede hacer rock, nunca vas a salir de esa zona de confort”, dice Foronda.
Lejos de los prejuicios y de aquellos días en los que tocar una guitarra te convertía en la oveja negra de la familia, hoy las mujeres del rock peruano han dejado de ser una rareza para convertirse en una fuerza con historia, presencia y legado. No se trata solo de resistir en una escena que a veces las minimiza, sino de ocupar espacios, inspirar nuevas generaciones y demostrar que la música no tiene género, pero sí actitud.
Sobre el festival
Vivo x el Rock
Lugar: Lurin Live
Horario: 12:00 p.m.
Fecha: 29 de marzo
Entradas disponibles en Ticketmaster