En el interior de una camioneta, sin zapatos, con su clásico jean y polo negro Pedro Suárez-Vértiz sigue confesando que se muere de sueño. Que sólo durmió un par de horas y que ya sabe el viaje que le espera. Nadie lo desmiente. Desde 1988 no han parado las giras, primero con Arena Hash, hace tres años como solista.
“Sólo Dios sabe lo que pasará pues mientras más pasan los años me voy dando cuenta que lo que ocurre no tiene nada que ver con lo que imaginas. Hace tiempo dejé de diseñar el futuro; ahora hago lo que siento y trabajo duro porque sé que luego recibiré cosas buenas”.
— Pero imagino que siempre pensaste en el éxito…
Mi meta es el crecimiento constante y el éxito no es una casualidad. Es el producto exactamente proporcional a la manera de trabajar. Mucha gente me dice que tomo con excesiva sencillez el asunto de la popularidad, yo les contesto que sé porqué están allí pidiéndome un autógrafo. Que eso no me ha caído del cielo.
*
Casi conoce todo el Perú. Lo han escuchado en Huancayo, Chiclayo, Aucayacu, Jaén… Parece un candidato que en busca de votos ha recorrido los pueblos del Perú. Por eso será que no le importa ni el cansancio, ni el miedo a viajar en carreteras. La respuesta del público lo justifica todo. Cada gira, cada concierto es un encuentro con aquellos que lo apoyan, con los que de alguna manera provocaron la firma jamás pensada con Sony, el video grabado en Colombia y el lanzamiento simultáneo en cinco países, el primero de marzo, de su segundo álbum “Póntelo en la lengua”.
— ¿Cuánto cuesta ser músico en Perú?
En nuestro país triunfar en el rock es como decir quiero ser astronauta. Por otro lado yo he tenido mucha suerte en mi carrera.
— ¿Suerte o talento?
No puedo decir si tengo talento, es muy difícil contestarlo porque es completamente relativo. Pero sé que el talento sencillamente hace que aquella canción que de pronto “pega” quede para siempre. Si lo que haces trasciende entonces tienes talento.
**
“Cucho me muero de sueño”.
El manager sonríe. Parece su hermano mayor. Rovelo, el productor -está con Pedro desde los tiempos de Arena- también está cansado. “¿A qué hora nos vamos?”. Jean Pier Magnet anuncia que buscará un baño. Pedro cuenta un chiste.
Luego comentan el concierto de horas antes. Parece mentira que a las dos de la madrugada escucharan la última canción en el escenario del Lawn Tennis v que cuatro horas más tarde estén en Arequipa tratando de llegar a Mollendo para un concierto playero. Por eso la cara de “mala noche”. Cruzando cerros aburridos, sin color, Pedro y su banda viajan con el cansancio y las ganas a cuestas. Duermen, se acomodan, conversan: allí están Gonzalo Polar (saxo), Pepe Criado (bajo), Mauricio Alvarez (percusión), Arturo Pomar (batería), Jean Pier Magnet (saxo), Carlos Beraún (teclados) y Lucho Nuñez (primera guitarra). También Toño y Manuel, los dos 911- guardaespaldas- que firman autógrafos.
— ¿Siempre tuviste claro que serías músico?
Toda mi vida estuve convencido de que este era mi lugar. Tenía la clara noción de lo que era el carisma y que si recurría a él podía triunfar. Descubrí que Los Beatles y los Stone eran muy carismáticos, que más allá de su talento caían simpáticos… ellos influyeron mucho en mí.
— ¿También que sólo sería con el rock?
La salsa, el folklore, el jazz, la música criolla nunca me llamaron la atención en comparación al rock. Y te hablo de una diferencia tan radical como cuando estás con hambre y te dan a elegir un plato de comida o un florero. Así de radical.
— ¿Qué intenta trasmitir Pedro con sus letras?
Me muero por describir en mis canciones lo que siento, pero descubrí que complicar las letras sería traicionar mi género. Sería como meter más acordes al huayno. Por eso mis temas son divertidos, sinceros. Mis letras son para cantarlas y bailarlas, no para pensar. No soy de aquellos que musicalizan su ideología. Yo pongo letra a mi música.
—Sé que no hay momento para componer pero hay situaciones que predisponen más a la composición…
Sí. Los momentos de extrema alegría y de profundo dolor, de tristeza. En esos momentos entras en contacto con un “Yo” que no conoces y la creatividad se anima.
— ¿Qué te hace extremadamente feliz?
La tranquilidad.
***
Después de casi tres horas llegan a Moliendo. El trajín del viaje los ha unido más. La playa los espera. La arena quema. Ellos no se enteran, no tienen tiempo. Un baño rápido, un cebiche de antojo. Luego el concierto. Se mueren de sed, hace un calor infernal y ellos están arriba sudando; abajo los bomberos “bañan” a las más de tres mil personas que esperaban verlo en vivo. Están gritando “No pensé que era amor”, “El rey del Ah, Ah”. Se tiran arena con “Después de tiempo” y “Globo de gas”, deliran con “Me estoy enamorando”. Los tres mil están mojados de tanto bailar. Es el rock. Pedro sonríe. Es su música. Luego el hotel. ¿La consigna? Dormir. Pronto serán las tres de la madrugada y tendrán que coger sus instrumentos y partir hacia Arequipa, para no perder el vuelo de regreso a casa. La misma rutina de los fines de semana, las mismas ganas de hacer música. Pedro conoce el rito de memoria.
— ¿Te molesta la popularidad?
Para nada.
— Algunos artistas o músicos dicen que pierden privacidad…
Son unos huachafos.
— ¿Qué has perdido por ser músico?
No te voy a mentir. Cuando embaracé a mi enamorada sentí que se iba a parar todo. Siempre soñaba tener a los cuarenta años un hijo grande, pero lamentaba que eso no sucedería pues por mi carrera pensaba no tener hijos. Parece que Dios supo de mis sueños paternales y mandó a mi hija. Desde entonces las cosas comenzaron a ir mucho mejor. Me casé y entendí que uno vive lo que tiene que vivir.
— Eres un creyente del destino…
Totalmente. No ocurren dos cosas en la vida.
— ¿Crees en Dios?
Mucho, y me burlo de aquellos intelectuales que creen superar la elementalidad del espíritu a partir de la elevación intelectual. Hay gente que busca descubrir a través de la intelectualidad si Dios existe. No entienden que es sentimiento antes que pensamiento.
—La última pregunta, tipo slam de colegio, si tuvieras que definirte…
Mis amigos dicen que soy loco, yo me siento completamente coherente. Soy un tipo tranquilo, buena gente, muy romántico, creo que en el amor, como la única energía que te saca adelante. Soy un tipo feliz y sé renunciar.
****
“Póntelo en la lengua”, su segundo álbum como solista, está dando qué hablar. Pedro lo cuenta como el estadista que muestra resultados. Ya no tiene que pedir a todos sus amigos de colegio que llamen cuatro veces al día a Doble Nueve para pedir la primera canción de toda su vida profesional. Eso ya es historia.
“Paranoia”, la banda colegial que formó en el María Reina, es sólo un recuerdo. Ahora Pedro se da el lujo de recorrer el Perú con su banda de rock, con un sueño que empezó a los seis años cuando su padre compró un piano. Por eso no se equivoca cuando al hablar de rock menciona a la adrenalina. Y es que sólo él siente lo que es la respuesta de tres mil personas saltando al ritmo de su nuevo ská “Globos del Cielo”. Sólo él conoce lo que provocan esos miles de labios moviendo los labios y cantando de memoria sus canciones.
Por eso los resultados justifican los desayunos en las carreteras y la costumbre de hablar de todo, de la luna, de las frutas, del amor y de los accidentes. De todo con tal de estar despierto mientras se viaja con la guitarra en el techo para trabajar en su sueño: ser la lengua del rock.