Dicha cifra marcaría el nivel de crecimiento más alto de la inversión privada desde el 2019 (descontando la recuperación pos pandemia); pero aún se encontraría bastante lejos de lo alcanzado durante el denominado milagro económico peruano. Entre el 2002 y el 2012, este componente (que representa casi el 80% de la inversión total) creció a doble dígito y a un promedio anual de 12,5%, mientras que entre el 2013 y el 2023 lo hizo solo a una tasa anual de 1,6%. La inversión cayó o se mantuvo estancada en 7 de los 10 últimos años analizados [ver gráfico].
El escaso dinamismo de esta variable se reflejó directamente en el desempeño del PBI: en los últimos 11 años, la economía creció a un promedio de 2,6%, cifra muy por debajo del 5% necesario para disminuir aceleradamente la pobreza y crear empleo de calidad, según especialistas.
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Oportunidad perdida
La pérdida de protagonismo de la inversión privada también se refleja si se le expresa directamente como porcentaje del PBI. Si se cumplen las previsiones del BCR para el 2024, ésta llegaría al 19% del producto, cifra aún lejana de su máxima participación registrada en el 2013 (22,9% del PBI). En contraste, la inversión pública (que se expandiría 15% según el ente emisor) solo representaría un 5,4% del PBI.
En años anteriores, la variación de la inversión estuvo relacionada estrechamente con la fluctuación de los términos de intercambio (relación entre los precios de las exportaciones e importaciones); sin embargo, mientras que desde el 2021 este índice lleva marcando nuevos ‘picos’ históricos, la primera cayó 0,5% durante el 2022 y otro 7,3% en el 2023, respectivamente.
¿Es posible recuperar el ritmo de años anteriores? Para Luis Miguel Castilla, exministro de Economía y director ejecutivo de Videnza Instituto, la inversión no crece a doble dígito debido a factores de inseguridad tanto a nivel personal (delincuencia) como jurídico que perjudica a quienes invierten. “Hay un tema de inestabilidad, rotación de autoridades, la agenda populista del Congreso y la incapacidad del Ejecutivo para frenarla, todo esto sumado a que dentro de un año estaremos en período preelectoral. La recuperación ha sido más debido al consumo privado y no tanto a la inversión”, explica.
Castilla añade que los elevados costos para sacar proyectos, la conflictividad y el avance de la minería ilegal son factores que han impedido el círculo virtuoso de precios altos en materias primas y el aumento de la inversión.
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Gonzalo Manrique, economista senior del Instituto Peruano de Economía (IPE), señala que para el 2025 la inversión privada podría crecer en 3,6% apoyada en el inicio de proyectos mineros y de infraestructura mientras que en 2026 podría contraerse en 1,3% debido a la incertidumbre política del escenario electoral.
“Para el 2025 las principales inversiones mineras que están listas para iniciar son Reposición de Antamina, Tía María, Pampa del Pongo, Zafranal, Corani que en conjunto suman unos US$ 6 mil millones (…) Lo que impulsó el crecimiento inicialmente era una mayor inversión privada. Entre el 2009 y el 2014 hubo grandes proyectos mineros, como la ampliación de Cerro Verde. Sin nuevos proyectos mineros, sin inversiones que generen alto valor agregado va a ser difícil que crezcamos por encima del 5%”, opina.
Manrique añade que actualmente no estamos aprovechando los niveles máximos en los precios del oro y cobre, principales metales de exportación en fomentar más proyectos en el rubro minero. “Si uno revisa hacia atrás la correlación entre la inversión y los precios era mucho más fuertes, desde el 2014 y 15 esta correlación se perdió. La minería impacta a través de canales directos como mayores ingresos para el Estado, más empleo, mayores salarios, pero también de forma indirecta en otros sectores como la manufactura, el comercio y la agricultura”, añade