La guerra entre Rusia y Ucrania cumplirá tres años en febrero del año entrante y, salvo que se cumpla la promesa de Donald Trump de acabar con ella en 24 horas apenas asuma, todo indica que -por desgracia- tendremos todavía combates y bombardeos a lo largo del 2025, pues no se otea en el horizonte una posibilidad cercana siquiera de tregua, menos aún del fin de las hostilidades.
Según el mandatario ruso, Vladimir Putin, su gobierno está listo para conversaciones sobre una resolución pacífica del conflicto bélico, pero reafirmó su exigencia de que Ucrania debe renunciar a su intención de unirse a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y reconocer los avances del Kremlin en territorio enemigo.
Como se sabe, el régimen de Volodimir Zelenski y Occidente han rechazado ambos pedidos, sobre todo el primero, pues si bien no hay un calendario de la posible adhesión de Ucrania a la alianza militar liderada por EE.UU. y varios países de la Unión Europea, Kiev ha insistido en que su ingreso en la OTAN es la única garantía de seguridad contra eventuales agresiones rusas en el futuro.