Un segundo detenido en las protestas que siguieron a la cuestionada reelección del presidente venezolano Nicolás Maduro murió en prisión, denunció este sábado una ONG y el hijo del recluso, quien denunció que las autoridades negaron el fallecimiento de su padre.
Jesús Rafael Álvarez, de 44 años, detenido en medio de la crisis poselectoral, falleció el jueves en la cárcel de máxima seguridad de Tocuyito (Carabobo, centro), señalaron la ONG Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP) y el Comité por la Libertad de Presos Políticos.
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“A mi papá lo castigaron y lo mataron en la cárcel”, acusó su hijo, también llamado Jesús Álvarez, en un comunicado del OVP.
El joven de 22 años explicó que al conocer la noticia en redes sociales, se trasladó al servicio de medicina forense, donde apenas le mostraron una fotografía del cadáver para su reconocimiento. No lo había visto desde que fue detenido, dijo a la AFP una fuente del OVP.
“En dicha foto vio a su papá irreconocible: demacrado, con barba, extremadamente delgado (…). Observó que tenía el pómulo hinchado, con signos evidentes de un golpe”, añadió el OVP.
Cuando la familia de Álvarez intentó iniciar los trámites para retirar el cuerpo, los funcionarios de Tocuyito aseguraron que “no hay ningún muerto”.
Álvarez es el segundo fallecido en custodia desde que estallaron las protestas contra Maduro, que dejaron 27 muertos y casi 200 heridos.
El primero fue Jesús Manuel Martínez, de 36 años y miembro del partido de la líder opositora María Corina Machado. Murió en un hospital de la ciudad de Barcelona (este) por un problema cardíaco, asociado a una diabetes tipo II.
Más de 2.400 personas fueron detenidas tras las protestas que siguieron a la proclamación de Maduro para un tercer mandato de seis años, entre denuncias de fraude de la oposición. Las autoridades informaron de la excarcelación de unas 300, aunque la ONG Foro Penal, que defiende a “presos políticos”, solo ha logrado registrar unas 208, adolescentes incluidos.
Los familiares de los detenidos han denunciado que sus parientes han sido víctimas de torturas, malos tratos y deficiencias alimentarias en los penales.
“Mi papá era una persona sana, no padecía de nada. Allí lo castigaban solo por tener hambre. Si se quejaba, lo aislaban y amarraban. Si pedía hablar con la familia, lo golpeaban”, lamentó Álvarez hijo.
El joven también tiene a su madre detenida y exige su liberación.