Joe Biden llegó este domingo a la Amazonía, en el primer viaje de un presidente estadounidense en ejercicio a la mayor selva tropical del mundo, pero su visita se ve ensombrecida por las promesas del nuevo mandatario, Donald Trump, de dar marcha atrás a sus políticas ambientales.
El gobernante demócrata aterrizó pasado el mediodía local en la ciudad brasileña de Manaos (norte), donde se reunirá con líderes indígenas y locales que trabajan para proteger un ecosistema considerado clave en la lucha contra el calentamiento global debido a su capacidad de absorber gas CO2.
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Biden, de 81 años, llegó junto a su hija Ashley y su nieta Natalie en una jornada calurosa y de cielo azul y se prevé también que haga un recorrido aéreo con helicópteros Blackhawks por el Amazonas, antes de visitar un museo.
En el aeropuerto, fue recibido por el alcalde de Manaos y el gobernador del estado de Amazonas, entre otras autoridades, además del científico brasileño Carlos Nobre, una de las voces más conocedoras de la Amazonía.
Su desembarco estuvo precedido de un anuncio simbólico: la Casa Blanca informó más temprano que Estados Unidos elevó su contribución bilateral para financiar la lucha contra el cambio climático a 11.000 millones de dólares anuales en 2024.
La cifra convierte al gigante norteamericano en “el mayor contribuyente bilateral en financiamiento climático en el mundo”, según Washington.
El anuncio tiene lugar cuando los participantes en la conferencia sobre el clima COP29 de Bakú discuten sobre quién debe financiar la lucha contra la crisis ambiental.
“Ningún estado debería jactarse de ser el mayor financiador bilateral. Es la contribución total que cuenta y Estados Unidos nunca alcanzó su parte justa”, advirtió no obstante a la AFP Friederike Roder, de la ONG Global Citizen.
La selva, en riesgo
Entre otras medidas, Biden anunciará en Manaos que su país duplicará, hasta 100 millones de dólares, su contribución al Fondo Amazonía, que gestiona recursos de naciones y organizaciones internacionales para preservar la mayor selva tropical del planeta.
La visita se produce mientras el mundo se prepara para el regreso del expresidente republicano Donald Trump a la Casa Blanca el 20 de enero.
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El magnate ha prometido revertir las políticas de Biden y podría retirar a Estados Unidos de los esfuerzos internacionales para limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados por encima de la época preindustrial.
Biden consiguió que el segundo mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo volviera al histórico Acuerdo de París después de que Trump lo retirara durante su primer mandato (2017-2021), pero el presidente entrante ha prometido abandonarlo de nuevo.
La Amazonía, que se extiende por nueve países sudamericanos aunque la mayoría está en territorio de Brasil (60%), es una de las zonas más vulnerables al cambio climático y a la degradación medioambiental.
La cuenca del Amazonas, que suele ser uno de los lugares más húmedos del planeta, sufre los peores incendios en casi dos décadas, mientras Latinoamérica padece una grave sequía, según el observatorio Copernicus de la UE.
Un estudio reciente de la red de monitoreo RAISG revela que la selva amazónica ha perdido en cuatro décadas una superficie similar a la de Colombia. Expertos advierten que se acerca a un punto de no retorno hacia la sabanización.
Próxima parada: el G20
Biden llegó a Manaos en el marco de una gira sudamericana que probablemente sea el último gran periplo exterior de su mandato. El sábado, se reunió en Lima con el presidente chino, Xi Jinping, al término de una cumbre del Foro para la Cooperación Económica (APEC).
Tras la visita a la Amazonía, volará a Rio de Janeiro (sureste) para asistir a la cumbre del G20 el lunes y el martes, donde el regreso de Trump al poder y la conferencia de Bakú marcarán la agenda.
El estadounidense también tiene previsto almorzar con su homólogo brasileño, el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, que se comprometió a poner fin a la deforestación ilegal de la Amazonía para 2030.
En la ‘Ciudad Maravillosa’, también se cruzará con uno de los aliados del republicano en la región: el presidente de Argentina, el ultraliberal Javier Milei, escéptico como Trump del cambio climático y del multilateralismo.
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Expertos advirtieron de que una segunda presidencia de Trump frenaría la transición a la energía verde que Biden ha impulsado, aplastando las esperanzas de alcanzar objetivos climáticos cruciales en los próximos años.
Durante su campaña, Trump prometió “perforar, perforar, perforar” y aumentar la extracción de combustibles fósiles. Incluso se burló del cambio climático.
Una retirada diplomática de Estados Unidos de los acuerdos climáticos podría socavar gravemente la acción a nivel mundial para reducir la dependencia de los combustibles fósiles, lo que daría a otros grandes contaminadores como China e India una excusa conveniente para restringir sus propios planes.