Si había un estilo en la década de los 80 que millones de chicas en el mundo querían emular, era el de Madonna. Con sus cardados imposibles -cortes alborotados-, minifaldas, abundantes accesorios, colgantes de cruces, cadenas y más, la cantante despertó el interés de un público que buscaba explorar los límites que diversos artistas de la época presentaban, aunque nunca se imaginaron que la joven norteamericana de cabellos rubios conseguiría poco a poco alzarse como la Reina del Pop.
Sin embargo, no sería hasta su interpretación de “Like a Virgin” en los primeros MTV Music Video Awards (14 de septiembre de 1984), cuando el mundo fijó su mirada en ella, quedando atónito ante el espectáculo de esta joven de 26 años. Vestida con un traje de novia y lencería blanca, Madonna bailó con una sensualidad nunca antes vista en televisión, descendiendo de un pastel gigante -perdiendo un zapato-, y marcando a paso lento el camino que, solo dos meses después, la llevaría a lanzar el icónico álbum homónimo, que sellaría su éxito musical y marcaría la vida de toda una generación.
“Aquí Madonna explota visualmente y nos demuestra que tiene el completo control de su imagen y su música. Da su primer paso hacia la internacionalización y plantea una liberación para las mujeres, que ahora podían respaldarse en ella, además de querer verse y cantar como su ídolo”, explica Roger Loayza, diseñador y gran fanático de la cantante.
Y es que, si algo siempre acompaña a Madonna, es la controversia. Su carácter transgresor surgió en un momento en el que los movimientos feministas se consolidaban y millones de mujeres buscaban un símbolo que representara, sin miedo ni vergüenza, la libertad de expresión femenina, aunque la Iglesia y múltiples asociaciones intentaran censurarla. “Su aparición era necesaria. Ya nos alejábamos de esa imagen conservadora de la mujer de oficina y comenzábamos a cuestionar la satanización de la mujer dueña de su propia sexualidad. Ella rompió con ese modelo”, menciona Loayza.
Buscando a la reina local
En Perú, la efervescencia por Madonna llegó dos años después en forma de vinilos y una ola de adolescentes que buscaban emular a la artista pop del momento. Esto llevó a ver en Lima a cientos de chicas caminando por las calles con atuendos inspirados en el estilo punk de Nueva York, donde abundaban los colores llamativos y los accesorios exagerados.
Ante la “madonamanía” que se desbordaba en diversas partes del mundo, Radio Panamericana consolidó la euforia de las fanáticas peruanas con un concurso llamado “Buscando la doble de Madonna” (1986). El evento reunió a 168 candidatas de diversas edades para encontrar a alguien que se asemejara tanto en apariencia como en performance a la cantante. Para ese año, Madonna había adoptado otro look tras el lanzamiento de su tercer álbum, “True Blue”, diferente a la Madonna de principios de los 80 que competía estéticamente con Cyndi Lauper. Aun así, el concurso se centró en su etapa de tutús, encajes, medias de red y abundante bisutería, un estilo que aún representaba a la juvenil Madonna antes de su famoso corte de cabello corto.
De todas las participantes, solo 28 clasificaron por su look, baile y fonomímica. Tras una ardua selección, la elección final se llevó a cabo el sábado 6 de septiembre de 1986 en el Coliseo Amauta en una “video-fiesta”, junto a las últimas “madonnitas” que aspiraban a ganar los dos pasajes Lima-Cuzco, ropa y cosméticos estilo Madonna, y un posible contrato exclusivo como modelo de televisión.
“Se organizó por el revuelo de Madonna y su gran acogida en el Perú; muchas chicas se vestían hasta el mínimo detalle como la artista y cantaban sin saber inglés. Aquel día vinieron de distintas partes de Lima, e incluso algunas viajaron desde provincia para poder concursar”, recuerda Chachi Galarza, guitarrista de Río, banda que cerró el evento junto al disc jockey Randy Calandra.
Ese día, al ritmo del reciente tema de Río, “Lo peor de todo”, se coronó a Sonia Vasallo (17), del Rímac, como la ganadora, seguida por Marina Tello (17), de Miraflores, y Cristina Díaz (16), de Jesús María, en tercer lugar. Un día que, para muchas otras, terminó con un desalojo hacia un estrecho callejón donde fueron recibidas con comentarios de todo tipo por un grupo de chicos que aguardaban para ver a las madonnas peruanas.