Ni bien colocaron los clásicos barriles, el público ya empezaba a encenderse mientras esperaba ansiosamente a Slipknot, la banda estadounidense de metal alternativo que volvió a Lima después de cinco años. Su espectáculo en Costa 21 del circuito de playas estuvo marcado por la voz prodigiosa del Corey Taylor, el sonido de calidad del grupo, una camiseta peruana, la promesa de volver pronto y la escasa duración del show.
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Largas colas se formaron por fanáticos que pretendían ocupar el mejor lugar para ver a Slipknot desde muy temprano. Ya estaban fuera del recinto a las 4:00 p.m. Las puertas recién se abrieron a las 5:00 p.m. y los norteamericanos tocaron a las 9:00 p.m.
Este homenaje a su álbum de 1999 que lleva el mismo nombre de la banda dejó satisfecha a la mayoría de fans, haciendo valer la espera. Cabe resaltar también que hubo otros que mostraron su desconcierto o incomodidad por la hora en que acabó la presentación, a las 10:20 p.m.; algunos pensaron que era una broma.
Una notoria aparición fue la del grupo telonero “Por hablar”, que comenzó a activar al público con temas como “Ratero” o su cover metal de “Unbelievable”, una conocida de los 90. Desde aquí ya comenzó el pogo, las arengas al producto peruano y hasta una persona en silla de ruedas que fue elevada por el público unos instantes. Y es que una ‘locura’ parecía asomarse en breve.
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Así llegó la hora del pez gordo, los de Iowa, conocidos mundialmente por llevar su show casi al extremo. Solo basta con leer unas de las frases del más reciente miembro Michael Pfaff o ‘Tortilla Man’: “Slipknot… si no te haces daño de vez en cuando, no lo estás haciendo bien”.
Minutos antes de las 9.00 p.m. una música muy parsimoniosa, casi de nido, sonaba en el recinto, como para mostrar un cambio radical al momento que se estrene Slipknot.
De un momento a otro, todos los integrantes ya estaban en el escenario con sus respectivas máscaras y típicos trajes rojos. Y Corey Taylor, en esta oportunidad, salió con luces rojas en sus ojos y moviendo la cabeza para los costados lentamente como ya nos tiene acostumbrados.
Comenzaron con “Sic” y “Eyeles”, la canción con una de las letras favoritas de Corey, según reconoció hace un par de años en una entrevista a Knotfest. Sin embargo, el líder del grupo detuvo por unos instantes el concierto debido a que había amontonada frente al escenario. Pidió a la gente que de dos pasos hacia atrás para liberar el espacio y prosiguió.
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Llegó la tercera canción, “Wait and Bleed”, que fue una de las más destacadas. Aquí Slipknot mostró toda su teatralidad y puesta en escena, así como la voz poderosa y armoniosa al mismo tiempo de Taylor. Cada movimiento de los integrantes parecía estar minuciosamente calculado, desde la postura casi rígida de Mick Thomson hasta los movimientos alocados de los percusionistas. Durante muchos pasajes del evento, el cantante se dio un espacio para hablar en español con la intención de velar seguridad de los asistentes, agradecer al país y hacer una promesa a la afición.
“Te amamos, Lima. Prometemos volver muy pronto”, dijo Corey Taylor durante la noche, después de explicar que todas las canciones eran homenaje al disco de 1999.
Luego llegaron los turnos de “Surfacing” y “Spit It Out”, temas a los que le dedicaron basta energía, demostrando su vigencia. Cerca del escenario el ambiente estaba muy encendido, era el momento más eufórico del público.
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Como símbolo de agradecimiento, Taylor besó la bandera del Perú. Se mostró a su vez la camiseta de la selección número 9, escondida dentro de uno de los uniformes.
La calidad de la voz de Corey, la teatralidad y el buen sonido del concierto en general de Slipknot fue lo más resaltante. En contraste, también podemos decir que tanto el intro como la conclusión pudieron haber sido mejores tratándose de una banda tan trascendental.