Más que en las planchas, habrá sorpresas en las listas de senadores y diputados, porque allí vale invitar a candidatos que no están ni en sus planillones ni en nuestro radar. Peruanos de buena o mala voluntad, temerarios todos, nunca seguros de su performance (el síndrome de George Forsyth, el favorito que no llegó a saltar la valla, pesa bastante), se lanzarán a la caza de un puesto que hoy vale más que ayer. No solo por sus ingresos brutos, sino por todo lo que hemos visto legislar sin freno. El Congreso, Dina y la inseguridad ciudadana son los temas/muñecos que debemos considerar en frío antes de incendiarlos en la Nochevieja.
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¿Y si antes cae todo?
Las teorías del adelanto tienen y no tienen asidero. Que a partir de abril no haya posibilidad legal de disolver el Congreso poco importa. Nada en este gobierno apunta a poner al Parlamento contra las cuerdas con cuestiones de confianza. Nada en este Congreso apunta a vacar a Dina por incapacidad moral permanente… por ahora. Se dice que la necesidad de sus aliados congresales de ‘desmarcar’ de ella para amenguar el castigo de las urnas los llevaría a reemplazarla por un gobierno de transición; pero, si la pica contra el Congreso es tan grande poco importará la percepción de un desmarque postrero. Por el contrario, podría repetirse el efecto Merino: la pica popular contra los que se arranchan el poder cuando el calendario ya está trazado.
No analicen las votaciones con aritmética simple. Ejemplo: digamos que A es la mayoría que no quiere vacar a Dina y B es la minoría que sí quiere; por lo tanto Dina gobierna por y para A. No es así. Buena parte de B también quiere que siga Dina, pero no lo admite por pose o por rentabilizar su oposición. B desea lo mismo que A, pero vota distinto. Y si los votos opositores de B aumentaran al punto de amenazar el statu quo del Congreso más poderoso de nuestra historia, ese caudal se drenaría con algunas disidencias o ausentismo. El Congreso es muy rentable como para que su gran mayoría quiera abandonarlo antes del 2026 o someterlo a la turbulencia de una vacancia, aunque el poder recaiga en uno de ellos si tal cosa sucediera.
En la relación del gobierno con el Congreso y otros actores, hay presiones límite que nos confirman que la extorsión es la moda trágica del 2024, casi una forma de interacción que nos corroe sin más esperanza que todo esto se componga en una próxima administración. La crisis de inseguridad y la percepción de que el sector Interior no tiene como prioridad resolverla (sino proteger a Dina) exigen una salida pronta. Entonces, ¿he ahí una razón imperiosa para el adelanto? Sí, pero, ¿a costa de un nuevo trauma? No estamos seguros cuánto aprendemos de los traumas, pero sí de que no queremos repetirlos. Difícilmente habrá otro Manuel Merino, difícilmente habrá otro Pedro Castillo. La tendencia marca que el Congreso seguirá sosteniendo a la presidenta y cobrando sus bonos sin pelear por la papa caliente del gobierno.
Sin embargo, la acumulación de críticas y escándalos podría llegar a un punto o hito que provoque la fuga del entorno y la inevitable renuncia de la presidenta. Ese es el escenario de desplome que el entorno presidencial buscará conjurar, si es necesario cediendo ministerios, abandonando feudos (¿caerá el Petro-Perú estatista?) e improvisando una política de austeridad para disimular los estragos de la frivolidad y reducir el forado fiscal. Pero hay un problema: ese entorno también cree que todo se puede conjurar abriendo más el caño, aumentando la remuneración mínima vital y lanzando debates distractivos como el de la pena de muerte.
Si usted está en la mayoría absoluta (95% según Datum para diciembre) que desaprueba a la presidenta pero le asusta alterar el cronograma, para eso está el ‘wishful thinking’ de fin de año: Aunque sea de rebote e insuficiente, hay un ligero crecimiento; ciertas decisiones e inversiones en seguridad empezarían a mostrar resultados; Chancay y la esperanza china dinamizan varios frentes; el piloto automático no es tan saboteado como lo fue con Pedro Castillo; la sociedad civil, el empresariado, gremios diversos se esfuerzan por llenar los vacíos de la democracia. ¡Que tengan un gran 2025!